El acceso a la justicia como derecho, y el diseño e implementación de políticas públicas que lo tornen operante, exige un abordaje formativo crítico que se inscriba en la línea de una triple articulación: filosófica, jurídica y política. Enmarcada en dicha pretensión, la propuesta del curso “Agencias judiciales, políticas públicas y acceso a la justicia” tiene por objeto: a)Promover la reflexión sobre el acceso a la justicia como núcleo problemático de nuestra contemporaneidad social y jurídica. b)Reinscribir dicha reflexión crítica en (...) las filiaciones iusfilosóficas que la posibilitan e impulsan. c)Conceptualizar el acceso a la justicia como desafío medular de políticas de inclusión social.d)Identificar las complejidades que se derivan del carácter críptico y técnico que reviste el derecho moderno y el lenguaje jurídico que lo constituye, circunstancia que dificulta su accesibilidad y difusión. e)Efectuar aportes formativos que sirvan de base para la elaboración de políticas de acceso a la justicia que posibiliten la desarticulación de esta opacidad y formalización del lenguaje jurídico. f)Advertir el carácter performativo que porta el derecho como práctica social discursiva no solo como esfera de producción normativa sino también de construcción de las representaciones sociales que se disputan en la escena pública. g)Comprender el rol fundamental que poseen las agencias judiciales como instancias de promoción y desarrollo de políticas públicas en materia de acceso a la justicia. h)Esbozar los desafíos de dichas agencias judiciales para la profundización del acceso a la justicia como derecho vinculado a problemáticas específicas tales como la vulnerabilidad social y la diversidad cultural y lingüística. (shrink)

Resumo: O projeto semântico de Davidson toma a forma de reducionismo que visa explicar as noções intencionais com base em noções puramente extensionais. O objetivo desse trabalho consiste na investigação do fracasso do projeto de Davidson como um argumento indireto contra sua suposição segundo a qual a chamada interpretação radical seria o fundamento do significado linguístico e do pensamento. Abstract: Davidson's semantic program is a form of semantic reductionism that aims to account for intensional notions on a purely extensional basis. (...) My aim in this paper is not to show that Davidsons fails in addressing the so-called extensionality problem. That is no novelty. Even Davidsonians recognize Davidson's failure. My main goal is to explore Davidson's failure as an indirect argument against his key assumption that the radical interpretation is the basis of sense and hence the possibility of thought. There is no priority of language over thought. This is a remnant of the so-called linguistic turn that Davidson inherited from the analytical tradition. The moral is the following: we must come back to Lockean common sense that to learn a natural language and to translate an alien tongue into our own is merely to learn a vehicle for communicating and expressing thoughts we have already had. (shrink)

No presente trabalho, vamos abordar algumas das questões essenciais sobre o imaginário coletivo e suas relações com a realidade e a verdade. Devemos encarar esse assunto em uma estrutura conceptual, seguida pela análise factual correspondente às realidades comportamentais demonstráveis. Adotaremos não apenas a metodologia, mas principalmente os princípios e proposições da filosofia analítica, que com certeza serão evidentes ao longo do estudo e podem ser identificados pelos recursos descritos por Perez[1] : Rabossi (1975) defende a ideia de que a filosofia (...) analítica pode ser identificada considerando-se certas semelhanças familiares. Ele sugere os seguintes traços familiares: uma atitude positiva em relação ao conhecimento científico; uma atitude cautelosa em relação à metafísica; uma concepção da filosofia como uma tarefa conceptual, que toma a análise conteudo como um método; uma estreita relação entre linguagem e filosofia; uma preocupação em buscar respostas argumentativas para problemas filosóficos, e procura de clareza conceptual. Esses conceitos centrais envolvem conteúdos culturais, sociais, religiosos, científicos, filosóficos, morais e políticos, pertencentes à existência individual e coletiva de cada um de nós. Neste artigo, não discutiremos nem demonstraremos. Nosso objetivo não é o de sistematicamente criticar ou evidenciar qualquer coisa, de qualquer maneira. O presente trabalho se baseia na reflexão analítica. Apenas especularemos da maneira mais abrangente e profunda que pudermos e expressaremos os resultados de nossos pensamentos. Não obstante a natureza multidisciplinar do assunto e a abertura metodológica para aceitar contribuições de qualquer campo da ciência, este trabalho pertence ao objetivo da psicologia e ontologia ou, em outros termos, da psicologia social e ontológica. A metodologia livre que norteia tais reflexões abrange e leva em consideração tudo o que se aproxima da coerência com a epistemologia filosófica e psicológica. Essa metodologia não busca alcançar evidências, mas apenas procura a inter-relação entre evidências já existentes, de qualquer natureza e magnitude, inferindo um significado coerente para as coisas reais. Muitos dos grandes pensadores, a qualquer momento, nunca procuraram demonstrações, teorizações ou sistematizações. Esses pensadores apenas pensavam, meditavam e com a iluminação de sua humildade podiam se aproximar da verdade. Eles serão nossa referência e o exemplo a ser seguido. Com certeza, não encontraremos a verdade, mas podemos ter certeza de alguma coisa: em muitos momentos, chegaremos perto da verdade e, em todos os momentos, estaremos nos afastando da inverdade e da mentira. O escopo principal deste estudo é observar como alguns dos atributos evolutivos essenciais da humanidade, como criatividade, imaginação e associação, podem se tornar uma doença perigosa, abrigada nas sombras enevoadas da inteligência. (shrink)

Este trabajo abordará cuestiones esenciales sobre el imaginario colectivo y sus relaciones con la realidad y la verdad. Primero, debemos abordar este tema dentro de un marco conceptual, seguido del correspondiente análisis fáctico de realidades conductuales demostrables. Adoptaremos no solo la metodología, sino sobre todo los principios y proposiciones de la filosofía analítica, que seguramente quedarán patentes a lo largo del estudio y podrán identificarse por las características descritas por Pérez. : Rabossi (1975) sostiene que la filosofía analítica puede identificarse (...) considerando ciertos parecidos familiares. Sugiere los siguientes rasgos familiares: una actitud positiva hacia el conocimiento científico; un enfoque cauteloso de la metafísica; una concepción de la filosofía como tarea conceptual, que toma como método el análisis conceptual; una estrecha relación entre lengua y Filosofía; una preocupación por buscar respuestas argumentativas a problemas filosóficos; la búsqueda de claridad conceptual. -/- Estos conceptos originales implican contenidos culturales, sociales, religiosos, científicos, filosóficos, morales y políticos propios de cada existencia colectiva. En este estudio no debatiremos ni demostraremos. Nuestro objetivo no es establecer sistemáticamente un método, criticar o aportar pruebas. Este trabajo se basa en la reflexión analítica. Especularemos lo más completa y profundamente posible y expresaremos los resultados de nuestros pensamientos. Sin perjuicio del carácter multidisciplinar del tema y de la apertura metodológica para aceptar aportaciones de cualquier campo científico, este trabajo pertenece a la psicología y la ontología o, en otras palabras, a la psicología social y ontológica. La metodología libre que orienta estas reflexiones abarca y considera todo lo que se acerca a la coherencia con la epistemología filosófica y psicológica. Esta metodología no busca evidencia, sino que busca la interrelación entre evidencia existente de cualquier naturaleza y magnitud, infiriendo significado consistente a partir de cosas reales. Muchos grandes pensadores en ningún momento han buscado demostraciones, teorizaciones o sistematizaciones. Estos pensadores pensaron, meditaron y pudieron acercarse a la verdad con la iluminación de su humildad. Ellos serán nuestra referencia y el ejemplo a seguir. De hecho, no encontraremos la verdad. Sin embargo, de una cosa podemos estar seguros: muchas veces nos acercaremos a la verdad y en todo momento nos alejaremos de la mentira. El objetivo principal de este estudio es observar cómo funcionan algunos de los atributos evolutivos esenciales de la humanidad. Al igual que la creatividad, la imaginación y la asociación pueden convertirse en una enfermedad peligrosa, al abrigo de las brumosas sombras de la inteligencia. -/- . (shrink)

En este artículo realizamos una reconstrucción del Programa original de Hilbert antes del surgimiento de los teoremas limitativos de la tercera década del siglo pasado. Para tal reconstrucción empezaremos por mostrar lo que Torretti llama los primeros titubeos formales de Hilbert, es decir, la defensa por el método axiomático como enfoque fundamentante. Seguidamente, mostraremos como estos titubeos formales se establecen como un verdadero programa de investigación lógico-matemático y como dentro de dicho programa la inquietud por la decidibilidad de los problemas (...) matemáticos y en específico la decidibilidad de la Lógica de primer orden cobra peso. Luego pasamos a analizar como la inquietud por la decibilidad toma lugar dentro del pensamiento filosófico-matemático de Hilbert presentándose como uno de los grandes problemas a los cuales la metamatemática debe encontrar una solución, esto lo hacemos mostrando un contraste con autores, como John von Neumann y Roberto Torretti, quienes de alguna u otra manera no interpretan el problema de la decidibilidad de la Lógica de primer orden como un problema de peso dentro del programa original de Hilbert. Finalmente argumentamos que el resultado meta-teórico de Church puede entenderse como una refutación del optimismo intelectual que permea a todo el programa original de Hilbert. (shrink)

SOCIOLOGIA DO TRABALHO: O CONCEITO DO TRABALHO DA ANTIGUIDADE AO SÉCULO XVI -/- SOCIOLOGY OF WORK: THE CONCEPT OF WORK OF ANTIQUITY FROM TO THE XVI CENTURY -/- RESUMO -/- Ao longo da história da humanidade, o trabalho figurou-se em distintas posições na sociedade. Na Grécia antiga era um assunto pouco, ou quase nada, discutido entre os cidadãos. Pensadores renomados de tal época, como Platão e Aristóteles, deixaram a discussão do trabalho para um último plano. Após várias transformações sociais entre (...) diferentes eras e povos, o trabalho foi ganhando espaço nos debates entre os povos, como os caldeus, hebreus e romanos. O trabalho conferiu-se no escopo da discussão social. Na Idade Média, com Agostinho, Santo Aquino e outros o labor foi concebido como algo benéfico e divino. O que se via como algo “escravo” ao povo, transformou-se em necessidade e benevolência divina. -/- Palavras-chave: Conceito; Trabalho; História; Definição. -/- ABSTRACT -/- Throughout the history of mankind, work has figured itself in different positions in society. In ancient Greece it was a little matter, or almost nothing, discussed among the citizens. Renowned thinkers of such a time, like Plato and Aristotle, left the discussion of the work for a last plan. After several social transformations between different eras and peoples, work was gaining space in the debates among peoples, such as the Chaldeans, Hebrews and Romans. The work has taken place within the scope of social discussion. In the Middle Ages, with Augustine, Saint Aquinas and others the work was conceived as something beneficial and divine. What was seen as something “slave” to the people, became need and divine benevolence. -/- Keywords: Concept; Work; History; Definition. -/- BASES TEMÁTICAS DESSE TRABALHO -/- ➢ O trabalho é um conceito construído socialmente; -/- ➢ A modernidade trouxe consigo mudanças significativas quanto à valorização do trabalho; -/- ➢ A origem dos mercados de trabalho, juntamente com o surgimento do capitalismo, minimizou o trabalho como um mero emprego assalariado; -/- ➢ O trabalho, no entanto, apresenta múltiplas manifestações nas nossas sociedades. -/- 1. A VISÃO GREGA DE TRABALHO -/- Comecemos pelos gregos, uma civilização excitante que, durante muitos séculos antes de Cristo, já começava a elaborar riquíssimas reflexões sobre vários aspectos da vida humana. No entanto, surpreende aqueles de nós que já ler os primeiros filósofos gregos, como entre tantas análises rigorosas e “diálogos”, um elemento tão central na vida social dos povos, como o trabalho havia tido escassa repercussão. A explicação só faz sentido, justamente, ao analisar a valorização que esses grandes pensadores tinham acerca do nosso objeto de estudo que é o trabalho. Embora, como supracitado, os gregos não tivessem uma visão unânime sobre o trabalho, não é menos certo assinalar que para esta civilização o trabalho foi considerado um fato altamente desvalorizado. O trabalho, para eles, dado a sua vinculação com a dimensão de constrangimento e necessidades, limitava a liberdade dos indivíduos, condição indispensável para integrar o mundo da “pólis” na qualidade de cidadão. O homem livre realizava atividades absolutamente desinteressadas: a atividade intelectual (que não era considerada trabalho) fazia parte do ócio e da contemplação. O trabalho, reservado apenas aos escravos, como bem sinala Hopenhayn (1955), significava uma mera função produtiva. Portanto, o escravo passou a ser unicamente uma força de trabalho. Como tal, ele não tem personalidade e pertence ao seu mestre, como uma coisa entre muitas. Como objeto de propriedade, escapa ao pensamento antropológico que domina a filosofia sofista e socrática, porque para o cidadão grego falar de escravo não implica um sujeito pensante, senão uma coisa ou, no máximo, a força. Também escapa ao pensamento platônico, porque, como uma coisa, parece totalmente desvalorizado na construção idealista-dualista da realidade (HOPENHAYN, 1988. p. 23 – Tradução própria). -/- Três termos fundamentais que devemos recordar da tradição grega: -/- 1 – Ponos: penalidade, fadiga; -/- 2 – Banausia: trabalho mecânico, e -/- 3 – Ergon: realização. -/- Vejamos como essa noção de trabalho é construída como algo servil (ponos), ao qual uma visão positiva de lazer e contemplação foram contrastadas como uma atividade puramente humana e libertadora. As raízes do supracitado são encontradas no valor eticamente supremo da autarquia socrática. Segundo essa noção alcunhada por Sócrates (469-399 a.C.), todo aquele que trabalha está submetido tanto à matéria como aos homens para quem trabalha. Nessa medida, sua vida carece de autonomia e, portanto, de valor moral. Naturalmente, não só os escravos, mas também qualquer trabalhador dedicado a todos os tipos de tarefas manuais, foram desprezados por um pensamento helênico indubitavelmente aristocrático. Para Platão (427-347 a.C.), de origem aristocrática, descendente do último rei de Atenas e discípulo de Sócrates, a autarquia continua a ser perpetrada como um valor ético supremo e, em consonância com os interesses da aristocracia fundiária, afirmava que somente a agricultura evocava autêntica autonomia. Dessa forma, o pensamento platônico restringiu a participação política a escravos, comerciantes e artesãos. Todos eles têm em comum a dependência das condições materiais em que produzem e trocam mercadorias. O plano político estará intimamente relacionado ao econômico-trabalhista: somente quem é capaz de governar a si mesmo (e como sabemos, acontece com aqueles que não trabalham ou possuem terras), pode governar os outros. Somente a liberação total da prática mundana do trabalho abre as possibilidades de dedicar-se, como fez Platão, à contemplação (σχολή), à filosofia e às ciências, e por meio disso saber distinguir o bem do mal, o justo do injusto, o verdadeiro do falso. Quem poderia dedicar-se a tais “tarefas nobres”? Evidentemente, aqueles que não precisam fazer parte da população trabalhadora, isto é, a aristocracia. Esse sistema de governo aristocrático foi defendido, obviamente, por Platão. Em sua “A República” sinala que o governo perfeito é o aristocrático, e que a este se sucedem a timocracia (governo dos guerreiros), a oligarquia (dos ricos) e a democracia (“governo daqueles que amam o prazer, a mudança e a liberdade), que perece por seus excessos nas mãos de alguns homem audaz que se coloca à frente do povo para defender a democracia e “do tronco desses protetores do povo nasce o tirano”, dando origem à tirania.(2) Em seu diálogo “Político” podemos ler: Aqueles que possuem a si mesmos através da compra, e aqueles que podem ser chamados sem nenhuma discussão de escravos, não participam da arte real [...] E todos aqueles que são livres, se dedicam espontaneamente a atividades servis como as supracitadas, transportando e trocando produtos da agricultura e de outras artes; que nos mercados, indo de cidade em cidade por mar e terra, trocando dinheiro por outras coisas ou por dinheiro, o que chamamos de banqueiros, comerciantes, marinheiros e revendedores, poderão, por acaso, reivindicar para eles algo da ciência política? [...], mas também aqueles que estão dispostos a prestar serviços a todos por salários ou por subsídios, nunca os encontramos participantes na arte de governar [...] Como os chamaremos? Como você acabou de dizer agora: servidores, mas não governantes dos estados (PLATÃO, 1983. pp. 237-8 – adaptado). Esse estado ideal que Platão projetou em seus ensinamentos estava longe, a propósito, da democracia ateniense defendida por Péricles. De certa forma, Platão só confiava em uma elite no poder constituída por uns poucos (oligarquia) que não deveriam se render às tarefas servis da produção e circulação das riquezas. Para ele, as crianças aristocráticas deveriam ser selecionadas desde a infância, recebendo uma educação suficiente tanto em filosofia quanto nas “artes da guerra”. Aos trinta anos, eles já seriam capazes de passar por um exame donde seriam selecionados os “filósofos-reis” encarregados do governo. De fato, no entanto, suas concepções de governo nunca poderiam ser executadas com pureza; ou pela chamada “contrarrevolução aristocrática”, ou pela invasão estrangeira subsequente. Essa visão do trabalho que estamos a analisar, como bem sinala Henri Arvon (1914- 1992), conduz a uma sociedade basicamente conservadora e estancada no produtivo. (3) A ideia de liberdade, ócio e contemplação como valores superiores, propõe um desprezo pelo trabalho que, como vimos, é uma atividade puramente transformadora. Há aqueles que, mediante tal contestação, arriscam fundamentar que grande parte do subdesenvolvimento tecnológico na Grécia derive justamente a essa cultura tão peculiar em relação ao trabalho. Caso contrário, se houvesse escravos, por que avançar em conhecimentos que facilitaram o trabalho? Não nos surpreende, nesse sentido, que uma civilização capaz de criar conhecimentos espetaculares em áreas particularmente complexas como a geometria (Euclides), por outro lado, não soubesse (ou não gostaria) de avançar em conhecimentos técnicos aplicáveis ao campo econômico-trabalhista. Já vimos como a cidadania era o escopo da de alguns aristocratas da civilização helênica. Hannah Arendt (1906-1975) sinalava que os gregos distinguiam entre os escravos, os inimigos vencidos (dmôes ou douloi) que estavam encarregados do trabalho doméstico, e os demiourgoi, homens livres para se deslocarem do domínio privado para o público. Somente depois do século V, sinala Arendt, a pólis começou a classificar as ocupações de acordo com os esforços que eles exigiam. Nisso, Aristóteles (384-322 a.C.) teve que desempenhar um papel preponderante que colocou aqueles cujo “corpo está mais deformado” na faixa mais baixa. Ele não admitiria, portanto, aos estrangeiros (os escravos), nem tampouco aos banausoi, antes dos demiourgoi, trabalhadores e artesãos que deviam resignar-se ao mundo dos “oikos”. Estes, não só estavam submetidos à necessidade como eram incapazes de ser livres, mas também incapazes de governar a parte “animal” do seu ser (República, 590). Serão eles, não obstante, aqueles que permitem o florescimento da chamada democracia helênica, pois, quem senão os trabalhadores (escravos ou artesãos) poderia manter com seu esforço o ócio e a contemplação dos “homens livres”, cidadãos do mundo? Como foi supracitado, será Aristóteles quem delimitará ainda mais os direitos de cidadania. Sua cidade ideal, como em Platão, diferenciaria os governantes dos governados. O primeiro, constituído pela classe militar, estadistas, magistrados e sacerdócio. O segundo, pelos agricultores, artesãos e os camponeses. Com os comerciantes há uma certa ambivalência: embora ele considerava uma ocupação antinatural, estava disposto a admiti-los até certo ponto em sua cidade ideal, cuja base seguiria sendo a escravidão. Em sua Política, ele explana: A cidade mais perfeita não fará do trabalhador manual (artesão) um cidadão. Caso o admitir como tal, a definição de virtude cívica [...] não alcança todos os cidadãos, nem apenas os homens livres, mas só os que estão isentos de trabalhos indispensáveis à sobrevivência. Destes, os que estão a serviço de um só indivíduo, são escravos; os que servem a comunidade, são trabalhadores manuais (artesãos) ou trabalhadores não qualificados (ARISTÓTELES, 1998. p. 203). Tampouco compreenderá os agricultores como reivindicava Platão: “Tampouco deverão ser agricultores os futuros cidadãos, pois para a formação de sua virtude e para a atividade política, o ócio é necessário”. Essa prolifera discussão ocorreu em uma civilização onde começaram a surgir as primeiras mudanças produtivas derivadas do crescimento econômico feito do descobrimento do ferro, e sua posterior divisão do trabalho, onde florescem os grupos de comerciantes e a aristocracia proprietária de terras começa a dominar. Os pensadores da época, mais aliados a estes últimos, contrariavam os princípios da acumulação comercial. Em sua Política, Aristóteles aconselha os cidadãos a absterem-se de qualquer profissão mecânica e de toda especulação mercantil. O primeiro, porque limita intelectualmente, e o segundo, porque degrada o ético. Somente o ócio (scholé), para esses pensadores, permite a virtuosidade e a capacidade de julgar. A Koinonia politiké (comunidade dos homens livres) era típica daqueles que não precisavam de trabalho, relegando a população trabalhadora ao mero âmbito da reprodução material (chrematistiké), o que só era possível em um contexto de alta divisão do trabalho onde um grupo minoritário (oligarquia) vivia à custa do trabalho da maioria (muitos deles escravos). O termo “ócio” provém de “scholé”, entendido entre os gregos como tempo para si mesmo, para a contemplação (sjolé) e, portanto, para a formação (scholé = escola). Desse ponto de vista, o ócio para os gregos é um fim em si mesmo. Entre os romanos, no entanto, adquire outra conotação. Em latim octium, designa o campo contraposto ao neo-octium (negócio), ou seja, é o tempo de descanso que permite dedicar-se ao negócio. Tal visão sobre o trabalho e o ócio, respectivamente, não foi, no entanto, como supracitado no início, unanimemente desenvolvida em toda a história da civilização helênica. Os textos de Homero(4) (séculos IX e VIII a.C.) são mais reservados a respeito, mas acima de tudo, na Grécia antiga encontramos autores como Hesíodo (século VIII), que postulavam outras teses. Para o autor de “Os trabalhos e os dias”, o trabalho se constituía em um justo e necessário castigo que Zeus impôs aos homens pelo pecado de Prometeu. Note a similitude com a crença bíblica que veremos adiante. Hesíodo explana: Lembre-se sempre do meu conselho e trabalhe [...] os deuses e os homens se indignam com quem ocioso vive, semelhante em caráter aos zangões sem ferrão, que consomem o esforço das abelhas [...] O trabalho não é nenhuma desonra; desonra é não trabalhar (HESÍODO, 2012. p. 93 e 95). Também entre alguns sofistas (aqueles que vendiam sua sabedoria a quem gostaria de comprá-la), como Protágoras (século V a.C.), “o primeiro e o maior deles”(5), coloca o estudo e a arte (técnica) na mesma faixa, e Antifonte (século V a.C.) disse: “[...] e as honras e preços, e toda a espécie de encorajamento que Deus incumbiu aos homens, devem necessariamente resultar de fadiga e suor”. Como conviveu a cultura grega com essas noções tão diferentes? Tenho a ideia, juntamente com Hopenhayn, que o desprezo dos pensadores gregos pelo manual foi causado pela violência dos guerreiros e dos aristocratas de plantão, que impuseram aos seja derrotados o jugo. Do trabalho árduo e difícil. Porque a aristocracia queria trabalhar nessas condições? A própria divisão do trabalho em si possibilitou o crescimento da civilização helênica, estava gerando diferentes classes com visões distintas sobre o trabalho. Por outro lado, surgiram os camponeses pobres, os derrotados e aqueles que tinham que viver do trabalho artesanal. Essas pessoas, na maioria das vezes isoladas do mundo da “polis”, gerariam suas próprias leituras dos acontecimentos, seus próprios espaços para o desenvolvimento cultural, inclusive sua própria religião, distante daquela imposta pela visão aristocrática, olímpica, contemplativa e estética dos “homens livres”. -/- 2. A VISÃO DOS CALDEUS ACERCA DO TRABALHO -/- A leitura de outros povos e civilizações sobre este tema tem sido diferente. Entre os caldeus, por exemplo, a visão pejorativa analisada entre os gregos não é registrada. Nas escrituras sagradas da religião de Zaratustra (o Avesta), lemos: “É um santo aquele que constrói uma casa, na qual mantém o fogo, o gado, sua mulher, seus filhos, os bons párias. Aquele que faz a terra produzir trigo, que cultiva os frutos do campo, cultiva corretamente a pureza” (HOPENHAYN, 1988. p. 35). Para os caldeus, como se pode observar, o trabalho implica, de uma posição diametralmente oposta à helênica, uma contribuição na ordem econômica, mas também na espiritual. Trabalhar não é só “cultivar o trigo” (dimensão das necessidades fisiológicas), mas também “cultivar a pureza”, dimensão esta, relacionada com a satisfação das necessidades espirituais. Por que apreciamos uma diferença tão acentuada entre essas culturas? Provavelmente, os diferentes graus de desenvolvimento dos povos levaram a isso. Enquanto entre os gregos primava uma divisão do trabalho, onde alguns tinham o status de “homens livres” dedicados à contemplação e ao ócio, outros não tinham escolha a não ser trabalhar, em uma situação de domínio em relação às naturezas daqueles que o empregaram. Esse não foi o caso dos caldeus, que possuía um escasso dividido trabalho, em que a todos se correspondia uma atividade laboriosa. -/- 3. A VISÃO DOS HEBREUS SOBRE O TRABALHO -/- No meio do caminho entre os caldeus e os gregos, encontramos a avaliação do trabalho feita pelos hebreus, dessa vez, tingindo de ambivalências. Tal como ponderava Hesíodo entre os gregos, para os hebreus, o trabalho se constituía de um mal necessário; em um meio para expiar os pecados; dessa vez não de Prometeu, mas de Adão e Eva. Vamos ver, no entanto, alguns aspectos mais complexos. A primeira coisa a se notar da perspectiva hebraica (compartilhada com o cristianismo) é o que se resulta da leitura do livro de Gênesis, aquela história poética e cheia de imagens para elucidar facilmente a origem da criação. Lá se estabelece a ideia de um deus criador-trabalhador: “No princípio Deus criou o céu e a terra [...] No sétimo dia Deus já havia concluído a obra que realizara, e nesse dia descansou [...] de toda a obra que realizara na criação”.(7) Esse Deus como primeira causa (São Tomás de Aquino (1225-1274)) denota laboriosidade seu correspondente descanso, um binômio que será fundamental para compreender a evolução do direito do trabalho e do direito ao descanso semanal contemporâneo. Digamos, em segundo lugar, que o Senhor Deus providenciou o trabalho no Éden: “O Senhor Deus colocou o homem no jardim do Éden para cuidar dele e cultivá-lo”.(8) Portanto, não é certa a ideia de que o trabalho é o resultado do pecado: ao contrário, é um trabalho árduo aquele que deriva do pecado segundo a tradição hebraico-cristã. Antes, na ausência do pecado, havia uma espécie de bom trabalho. Foi o pecado original, que levou Deus a condenar Adão e Eva, e por isso a toda a humanidade, a “ganhar o pão com o suor da sua testa”. “Por isso o Senhor Deus o mandou embora do jardim do Éden para cultivar o solo do qual fora tirado”. (9) O Talmude diz: “Se o homem não encontra seu alimento como animais e pássaros, precisa ganhá-los, isso se deve ao pecado”. Essa sentença, de caráter histórico, promove a ideia de trabalho como meio para expiar o pecado original, mas também como meio para produzir; isto é, legitimando a mudança inerente a todo trabalho e, portanto, legitimando também aquela vontade transformadora que caracterizou desde sempre os povos hebreus.(10) Agora, ao contrário dos caldeus, para os hebreus da antiguidade, o trabalho nunca teve um fim ético em si mesmo, mas foi constituído apenas como um meio. Essa visão esteve sempre presente, e caracteriza muito claramente a concepção que muitos integrantes de nossas sociedades contemporâneas possuem sobre o trabalho, além da religião de cada um. -/- 4. OS ROMANOS E O TRABALHO -/- Os romanos, por sua vez, deram uma importante contribuição para o desenvolvimento do conceito de trabalho. Se bem que, a grosso modo, não houvesse grandes diferenças com o pensamento dos gregos, com quem eles tinham em comum, além disso, uma maior divisão do trabalho fruto do desenvolvimento econômico e o uso massivo de mão de obra escrava(11); a maior contribuição do ponto de vista de sua originalidade histórica estava presente na tradição jurídica que inauguraria o Império Romano. O maior impacto por meios jurídicos e não filosóficos é explicado pelo fato de que os romanos, ao contrário dos gregos, não conseguiram “inspirar” a produção de grandes pensadores sociais. Com efeito, para os romanos, como o escravo não era considerado uma pessoa, o viam-no desprovido de personalidade jurídica. Isso conduziu a negação da relação de trabalho entre a pessoa encarregada de um trabalho manual (escravo) e seu dono. Tal relação correspondia, acima de tudo, ao direito de propriedade que os juristas romanos haviam garantido quase sem limites para seus cidadãos. O problema, como aponta Hopenhayn, surgiu quando o proprietário não ocupa seu escravo, mas aluga-o para terceiros. Surge assim a figura do arrendamento de serviços, que deriva do arrendamento das coisas. Porém, como na realidade o que se alugava era a força de trabalho, a qualidade jurídica desloca-se para a atividade realizada pelo escravo. Dessa forma, a atividade do trabalhador, primeiro do escravo, posteriormente do homem livre, começa a ser tratada como uma coisa, e se converte em antecedente do arrendamento de serviços do Direito Civil moderno. Ademais, na tradição romana, o trabalho manual estava desprestigiado. Cícero (106-43 a.C.) em De Officiis, estabeleceu com fria claridade “ipsa merces est auctoramentum servitius”(12) (todo trabalho assalariado é trabalho escravo). A vida era difícil para esses trabalhadores: nos territórios sob domínio romano, Augusto (63-14 a.C.) tinha imposto um tributo à todos os homens que exerciam algum tipo de trabalho manual, além do imposto à residência, às valas e outros mais particulares como o imposto para a detenção de porcos. Certamente, aqueles que levaram a pior parte no tempo da Roma Imperial foram os escravos (servi) sob domínio e propriedade de seus donos (domini). Me seus tempos de auge, a demanda de escravos em Roma era de 500.000 ao ano. Se compararmos com os 60.000 escravos negros trazidos a América nos anos de maior tráfico, teremos uma ideia mais ou menos exata da magnitude desse triste fenômeno. -/- 5. O CRISTIANISMO E O TRABALHO -/- As mensagens do cristianismo primitivo, são inseridas logo, nesse tempo histórico, onde Roma se tornava o centro das maiores mobilizações de rebeldia da antiguidade. Isaías, nesse sentido, proclamaria que o Messias viria: “[...] a pregar boas novas aos abatidos, a vendar aos quebrantados de coração, a publicar liberdade aos cativos, e aos presos a abertura do cárcere”.(13) Jesus, efetivamente, incluiu em sua missão, mensagens de libertação aos pobres e oprimidos. Porém, ao contrário do supracitado, como bem sinala Eric Roll (1907-2005), dos antigos profetas hebreus, não o faria saudando as comunidades tribais com seu espírito de grupo; mas animado por uma mensagem mais universal e permanente, proclamando uma mudança mais completa e integral na conduta do homem em sociedade, onde os valores de justiça e amor se colocariam em um primeiro plano. Evidentemente, a mensagem do cristianismo primitivo, e mais concretamente de Cristo, distava muito dos filósofos gregos. Deixemos que Roll explique: Temos visto que as doutrinas econômicas de Platão e, em certa medida, de Aristóteles, nasciam da aversão aristocrática ao desenvolvimento do comercialismo e da democracia. Seus ataques contra os males que acarreta o afã de acumular as riquezas são reacionárias: olham para trás, e o de Cristo olha para frente, pois exige uma mudança total, mas relações humanas. Aqueles sonhavam com um estado ideal destinado a proporcionar a “boa vida” para os cidadãos livres unicamente e cujas fronteiras eram as da cidade-estado daquele tempo; Cristo pretendeu falar por todos e para todos os homens. Platão e Aristóteles haviam justificado a escravidão; os ensinamentos de Cristo sobre a fraternidade entre todos os homens e o amor universal eram incompatíveis com a ideia da escravidão, apesar das opiniões expostas depois por São Tomás de Aquino. Os filósofos gregos, interessados somente pelos cidadãos, sustentaram opiniões muito rígidas sobre a diferente dignidade das classes de trabalho, e consideravam as ocupações servis, com exceção da agricultura, como próprias apenas para os escravos. Cristo, ao dirigir-se aos trabalhadores de seu tempo, proclamou pela primeira vez a dignidade de todas as classes de trabalho, assim materiais como espirituais (1942. p. 42 – Tradução própria). Não pode escapar desse estudo, o fato de que o próprio Jesus Cristo herdou o ofício de carpinteiro de seu “Pai” José; e que escolheu seus discípulos entre os pescadores e artesãos da região. Essa visão primitiva do cristianismo, no entanto, deve ser analisada no quadro das escrituras sagradas do Antigo Testamento que compartilha com a cultura (e obviamente a religião) hebraica. Nesse sentido, o trabalho não deixa de ser um meio, descartando-se como um fim em si mesmo. Mas, agora atribuindo-lhe um novo valor, sempre em tento um meio para um fim virtuoso: o trabalho será fundamental para permitir a satisfação das necessidades de cada um, mas também seus frutos, deverão ser inseridos em uma dimensão comunitária, onde o “próximo” necessitado esperará a contribuição fraterna e solidária do cristão. O trabalho, nessa perspectiva, não só possibilita o “tomar”, mas também o “dar”. Em relação a dupla perspectiva, é onde podemos entender a crítica do cristianismo a acumulação da riqueza. Como aponta o evangelista Mateus, “acumular o tesouro no céu, onde nem a traça nem a ferrugem os consomem, e onde os ladrões não perfuram nem roubam. Onde está o seu tesouro está seu coração”. (14) Com São Paulo se incorpora um novo componente valioso: a obrigatoriedade moral do trabalho. Em sua carta aos Tessalonicenses dita claramente “ao que não trabalha que não coma”. Diz São Paulo: Vocês sabem em que forma têm que nos imitar: nós trabalhamos enquanto estivemos entre vocês, não pedimos a ninguém um pão que não teríamos ganhado, senão que, de noite e dia, trabalhamos duramente até nos cansarmos, para não ser carga para nenhum de vocês [...] Além disso, quando estávamos com vocês lhes demos está regra: se alguém não quiser trabalhar, não coma. Mas agora ouvimos que há entre vocês alguns que vivem sem nenhuma disciplina e não fazem nada, muito ocupados em meter-se em tudo. A estes lhes mandamos e lhes rogamos, por Cristo Jesus, nosso Senhor, que trabalhem tranquilos para ganhar a vida (II Tes. 3:10). Essa frase, entendida somente no contexto de uma sociedade donde não existia um conceito de desemprego tal como entendemos atualmente, é curiosamente reproduzida pelo modelo soviético em pleno século XX. Com efeito, a Constituição da União Soviética estabeleceu em seu Artigo 12: “O trabalho é, na Rússia, uma questão de dever e de honra para todo cidadão fisicamente capaz. Essa obrigação é baseada no princípio: “quem não trabalha não come”. (15)(16) Para São Paulo, o trabalho deve ser o meio para ganhar a vida. Ele quis ser exemplo e enquanto pregava continuava trabalhando, presumivelmente como tecelão de tendas. A obrigatoriedade moral se aplica na medida em que a pessoa está em condições de o fazer. Para os incapacitados a fazê-lo (idosos, crianças, deficientes, doentes, acidentados etc.) existia a obrigatoriedade do socorro segundo a máxima do amor (ágape) ao próximo. Essas sentenças morais têm hoje em dia uma importante quota de explicação para com as contemporâneas políticas sociais. -/- 6. O TRABALHO NA IDADE MÉDIA -/- A Idade Média, período que ocupa desde o crepúsculo do Império Romano do Ocidente no século V pelos bárbaros, até o século XV, com a queda de Constantinopla, evidentemente mostra um conjunto importante de escolas e pensadores que marcaram pautas importantes para discernir o valor do trabalho nas diferentes culturas. A organização econômica mais visível nestes mil anos, onde operou o trabalho, consistia em extensões grandes de latifúndios errados do Império Romano (o sistema econômico denominado feudalismo), onde (mediante a falta de escravos) recorreu-se à mão de obra camponesa para o trabalho. O sistema, implicava o arrendamento de parte dessas terras a ex-escravos ou homens livres, em troca de uma renda em dinheiro e espécies, além do cultivo das próprias terras senhoriais. Por certo, a figura do servo não distava muito da do escravo se tivermos em conta as condições de funcionamento do contrato de trabalho. O comércio também teve seu lugar no sistema feudal, o mesmo adquiriu grande importância em certas regiões ou lugares, à exemplo de Constantinopla. A atividade econômica seguia seu rumo na história, e depois dos séculos IX e X, o crescimento das forças produtivas deu lugar a uma maior acumulação por parte de componentes e artesãos e, por certo, a uma maior apropriação de excedentes por parte do Senhor feudal. Essa situação foi ativante para a construção dos primeiros Burgos ou cidades, onde o comércio e a indústria artesanal teriam um marco mais adequado para o seu desenvolvimento. Essa é a etapa do nascimento dos primeiros grêmios corporativos (17). Então para o século XII, a estrutura feudal começa a desmoronar porque a produção de determinados bens começa a ser mais eficiente em cidades e não no feudo. O dinheiro, então, passou a ganhar maior peso que a terra, o que obriga os senhores feudais a aumentar seus rendimentos. Isso leva a um empobrecimento lógico dos camponeses, o que não dura muito, porque na primeira metade do século XIV, a maior parte dos servos alcança sua liberdade. Por sua vez, nessa apertada síntese da história econômica da Idade Média, devemos assinalar que pelo século XIV, e depois das Cruzadas e o posterior desenvolvimento do comércio internacional entre os impérios arábico e bizantino, inaugura-se uma etapa pré-capitalista que durará três séculos. É lá que se levanta mais energética a voz de alguns homens da Igreja contra a tendência à exaltação da riqueza já começava a avivar-se na Europa. São Tomás de Aquino, nesse sentido, não considerará ao comércio pré-capitalista bom ou natural. No entanto, ele o julgava inevitável uma vez que era o meio ao qual o comerciante tinha que manter a sua família. Dessa forma, os lucros do comércio não era outra coisa senão o fruto do trabalho. Se tratava, então, de colocar o acento na justiça da mudança efetuada, para o qual Aquino recorre a Aristóteles, cuja análise sobre o valor de mudança é figurado no seu estudo da Justiça. Muitos padres da Igreja, desde então, pretenderam formular um conceito de “preço justo”. Nesse sentido, o Cristianismo apresenta uma evolução do seu pensamento sobre o comércio que partia de uma visão absolutamente contrária ao começo da Idade Média (Santo Agostinho (354-430), São Jerônimo (347-420) etc.), a outra mais transacionável, que acompanhou, sobretudo, o pensamento de Aquino. Algo similar ocorreu com outro dos “preceitos” da Igreja em matéria econômica: a usura. Esta era considerada pela igreja como a melhor forma de obter lucro. O mesmo evangelista Lucas (século I d.C.) foi categórico ao rejeitar essa linha de operações. A lei hebraica também fez isso, e podemos encontrar no livro do Êxodo (22,25) tal proibição a respeito. Mais atrás no tempo, há antecedentes de condenação à usura entre os hindus (Rigveda, cerca de 1500 a.C.) e budistas (século VI d.C.), além do Islã mais próximo do nosso tempo (século VI d.C.). Ao princípio da Idade Média, como testemunha Roll, a proibição somente alcançava a Igreja, já que o escasso desenvolvimento mercantil não merecia outra coisa. No final da Idade Média, no entanto, que a situação é outra; e a prática secular foi orientada no sentido de promover o empréstimo de dinheiro cobrando por isso um juro. Alarmada ante esses fatos, a Igreja condena mais uma vez a usura no Terceiro Concílio de Latrão de 1179. No mesmo escreveu e ensinou São Tomé (século I d.C.) e outros discípulos da Igreja. No entanto, as práticas econômicas foram minando a autoridade eclesial e está terminou, através de sucessivas etapas, por aceitar, em certas condições e sob certas circunstâncias, a cobrança de juros sobre a concessão de um empréstimo. Em tal sentido, um dos autores mais representativos só início da Idade Média foi Santo Agostinho. Foi este um dos pilares, em seu tempo, das noções “anticapitalistas” que foram seguidas e complementadas por homens do tamanho de São João (347-407), São Ambrósio (340-397), São Clemente (150-215), São Cipriano (200-258) entre outros. (18) Santo Agostinho valoriza o trabalho recordando em tal sentido a São Paulo, a que cita com muita frequência em seus textos. Segundo o Bispo de Hipona, todo trabalho manual é bom pelas razões dadas pelo cristianismo primitivo. Concilia, além disso, seu dualismo platônico, ao sustentar que enquanto o homem trabalha tem a alma livre, de modo que é perfeitamente compatível pensar em Deus ao mesmo tempo em que se trabalha. Essa particular sintonia entre o trabalho e a oração foi perfeitamente posta a prova pelos monges beneditinos, cujo lema “Ora Et Labora” (orar e trabalhar) é paradigmático. “Trabalha e não desesperes” dizia seu fundador, São Bento de Núrsia (480-547), de seus monastérios distribuídos em um primeiro momento a Subiaco, no início do século VI. Também corresponde a São Bento uma sentença que perdura até o dia de hoje no imaginário moral sobre o trabalho: “Otiositas inimica est animae” (a ociosidade é inimiga da alma), tal qual diz uma expressão popular castelhana: “el ocio es la madre de todos los vicios” (o ócio é a mãe de todos os vícios). Tomás de Aquino, alguns séculos depois, continua a reflexão sobre o trabalho e estabelece uma hierarquia de profissões, onde localiza o trabalho agrícola e artesanal acima do comercial. Uma quota de originalidade na história do pensamento sobre o trabalho consistiu em considerá-lo como uma obrigação somente se necessário para subsistir; ou dito de outra maneira: quem não tem necessidade de trabalhar não tem que fazê-lo. Isso sim, à falta de trabalho, devia dedicar-se à oração e contemplação divina, atividades por certo mais elevadas para o autor da Suma Teológica. Logo, considerará que Deus é a causa primária, a que tudo deve a sua existência; por derivação, o homem é causa segunda, procurando atreves do trabalho “criar” em suas dimensões humanas. “Entre todas as formas com que a criatura humana tenta realizar a semelhança divina, não há outra de relevo mais destacado que a de trabalhar, isto é, ser em o mundo causa novos efeitos”, disse o Santo. (19) Aquino, além disso, utilizando categorias platônicas, hierarquiza o trabalho, considerando o intelectual acima do manual. Chama “artes servis” a estes últimos, enquanto que o trabalho intelectual corresponde ao conjunto das “artes liberais”, dignas de maior remuneração ao fazer uso da inteligência. Esta distinção própria da Escolástica, dá lugar à divisão clássica entre as 7 artes liberais: o Trívium (gramática, retórica e dialética) e quadrivium (astronomia, geometria, aritmética e música). Outras contribuições de São Aquino têm a ver com sua posição diante do trabalho agrícola ao qual o considera como o melhor meio para assegurar a subsistência de um povo; a maior importância dada à vida contemplativa sobre a ativa, embora considerando a primeira como “laboriosa”; sua posição sobre a escravidão, que não considerava como natural, no entanto, entendê-la “útil”(20); e sua interpretação sobre o contrato de trabalho: neste, o operário não vende a si mesmo, nem seu corpo, nem sua inteligência, nem sequer sua faculdade de trabalho. Isso significa que o Direito Natural proíbe considerar o trabalho como um objeto de mudança. Propõe, em vez disso, considerar o contrato como um arrendamento de serviço. Em termos gerais, a valorização que sobre o trabalho se realiza na Idade Média, rebaixando ao trabalho manual em relação a outras tarefas, fica explícita na divisão tripartida que recorre, entre outros, Adalberão Bispo de Laon (947-1030): “Triplex Dei ergo domus est quae Creditor uma nunca oran, alii pugnat, Aliique laborant” (ternária é a casa do Senhor e não uma: aqui sobre a terra uns oram, outros lutam e outros trabalham). Não gostaria de deixar passar por alto, finalmente, entre os movimentos originados na Idade Média, a contribuição que sobre o tema do trabalho teve a ordem franciscana. Essa, contra o que muitos podem crer, é uma ordem não mendicante no sentido estrito, mas sim trabalhadora e de pobreza. São Francisco de Assis (1181/82-1226), no final do século XII, marcaria como ninguém dentro do cristianismo, uma vida ascética baseada no trabalho e na pobreza. Inclui, além disso, um elemento pela primeira vez descoberto na cultura europeia: o sentido da alegria que acompanha o trabalho. “Essa condição de 'suor de sua testa' com 'a alegria de seu coração' outorga ao trabalho uma condição diferenciada”. Avançando então na história da humanidade, entramos na época moderna, caracterizada por cinco grandes eventos: -/- 1. A decadência do poder moral da Igreja e o enfraquecimento de seu poder econômico frente ao da crescente burguesia; -/- 2. O renascimento intelectual e artístico; -/- 3. As viagens paras as índias e a descoberta da América; -/- 4. A formação e a constituição dos Estados-nação; -/- 5. As reformas religiosas de Lutero (1483-1546) e Calvino (1509-1564). -/- Nesse contexto, os séculos XV e XVI mostraram como o mercantilismo ia avançando apesar dos esforços de alguns pensadores da Igreja que eventualmente perderam o pulso diante do desenrolar dos acontecimentos. Sucessivas encíclicas papais terminaram por legitimar o interesse nos empréstimos e, por meio desta, levou-se a maior acumulação de riquezas por parte dos banqueiros. Esse foi o meio ideal para o desenvolvimento da atividade do mercador, para quem, o trabalho passou a ser considerado um meio para obter sucesso. Ao dinamizar-se a atividade econômica e mercantil, a visão humanista do trabalho começa a perder valor, realçando-se ao mesmo como um simples meio para fins de enriquecimento. Talvez a exceção a essa noção estendida entre os novos atores tenha sido a proporcionada pelo humanismo renascentista. Para Campanella (1568-1639), por exemplo, sua “Cidade solar”, não existe o divórcio entre trabalho manual e intelectual, isso quando o segundo começa a ser supervalorizado por sua ação no plano das invenções e das novas técnicas.(22) Na mesma linha se situa Thomas More (1478-1535), o autor de “Utopia”, outra reação do cristianismo às projeções que estava adquirindo o cada vez mais influente mercantilismo. Embora o trabalho não seja considerado como um mau, pelo contrário, apresenta características humanizadoras, é sugestivo comprovar como em Utopia a jornada do trabalho não supera as seis horas diárias e na Cidade solar não se devia trabalhar mais que quatro horas. Indubitavelmente, essas versões de sociedades ideais terminariam por impactar sobre maneira a constituição das Missões Jesuítas na América do Sul; e as Franciscanas na Baixa Califórnia. É o Renascimento, o lugar propício, além disso, para renovar o conceito da virtuosidade, agora traduzida na figura do empresário ou financista audacioso e empreendedor. Essa linha foi reforçada logo por Calvino, para quem os negócios são um bom serviço a Deus, e a riqueza não é mais que um fruto de uma vida dedicada ao trabalho desde uma perspectiva ética que analisarei com Weber mais tarde, mas que confere ao trabalho a particularidade de ser um caminho para o sucesso. Esse puritanismo impulsionou sobremaneira a versão do “homo economicus” que mais tarde, em pleno auge do capitalismo pós-industrial, ao qual, segundo Daniel Bell (1919-2011), fora substituído pelos valores hedonistas. -/- REFERENCIAL TEÓRICO AGOSTINHO. Cidade de Deus: contra os pagãos. Trad. O. P. Leme. 2ª ed. Bragança Paulista: Editora Universitária, 2008. (Col. Pensamento humano). _____________. O livre-arbítrio. Trad. N. A. Oliveira. 1ª ed. São Paulo: Paulus, 1995. AQUINO, T. de. Suma Teológica. 2ª ed. 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HISTÓRIA DA SOCIOLOGIA: O DESENVOLVIMENTO DA SOCIOLOGIA I -/- A SOCIOLOGIA NOS ESTADOS UNIDOS -/- -/- HISTORY OF SOCIOLOGY: THE DEVELOPMENT OF SOCIOLOGY I -/- SOCIOLOGY IN UNITED STATES -/- -/- Emanuel Isaque Cordeiro da Silva – IFPE-BJ, CAP-UFPE e UFRPE. E-mails: [email protected] e [email protected] WhatsApp: (82)9.8143-8399. -/- -/- PREMISSA -/- A Sociologia nos Estados Unidos desenvolveu-se no contexto de dois grandes eventos que marcaram profundamente a história do país. -/- O primeiro foi a Guerra de Secessão (também conhecida como (...) Guerra Civil Americana), que ocorreu entre 1861 e 1865 e gerou ressentimentos e atritos entre a população do sul e a do norte dos Estados Unidos. -/- Em contrapartida, houve a urbanização das terras do oeste e das áreas centrais do país, o que contribuiu para o crescimento da economia e a expansão industrial. No norte, graças ao esforço de guerra, houve um grande crescimento, principalmente na metalurgia, no transporte ferroviário, na indústria de armamentos e na indústria naval. O comércio também se expandiu de maneira exponencial em todo o território estadunidense. -/- O padrão de cultura dos Estados Unidos passou a ser o ideal nortista de “trabalho duro, educação e liberdade econômica a todos”. Houve ainda um grande desenvolvimento de escolas e instituições de ensino superior. -/- O segundo grande evento que marcou a história estadunidense foi a chegada em massa de estrangeiros. Entre 1860 e 1900, os Estados Unidos passaram de país agrícola, com população em torno de 4 milhões, para país industrial, com uma das maiores economias do mundo e com 75 milhões de habitantes. -/- O incremento populacional e a industrialização redundaram em um processo de urbanização sem precedentes que continuou até a década de 1930. Para se ter uma ideia, em 1860 viviam em Chicago 102 260 pessoas; em 1900, a população da cidade passou a 1 698 575 e, em 1930, a 3 375 329. Em virtude desses fatores, consolidaram-se nos Estados Unidos uma burguesia industrial, comercial e financeira significativa, uma classe trabalhadora majoritariamente formada por imigrantes e uma classe média em ascensão. -/- As principais cidades passaram a ser um espaço de conflito e alvo de preocupações. Temas como imigração, aculturação, conflitos étnicos, comportamentos desviantes e políticas públicas foram importantes na Sociologia desenvolvida inicialmente no país. -/- Entre os principais fundadores da Sociologia nos Estados Unidos estão William Graham Sumner (1840 -1910), Lester Frank Ward (1841-1913), Albion Woodbury Small (1854-1926), Franklin Henry Giddings (1855-1931), Thorstein Bunde Veblen (1857-1929), William Isaac Thomas (1863-1947), Robert Ezra Park (1864-1944), Charles Horton Cooley (1864-1929) e George Herbert Mead (1863-1931). -/- A herança cultural desses fundadores é muito diversa: foram influenciados principalmente pela tradição religiosa protestante disseminada em quase todo o território, pelo liberalismo econômico clássico conservador, do tipo laissez-faire, pelo evolucionismo do inglês Charles Darwin (1809-1882) e pelo darwinismo social de Herbert Spencer (1820-1903). Acrescente-se a esse cadinho de concepções de mundo e ciência o pragmatismo do filósofo e psicólogo William James (1842-1910) e do filósofo Charles Pierce (1839-1914). -/- Essa herança permite compreender as duas grandes características da Sociologia nos Estados Unidos: -/- • multiplicidade de temas, problemas e propostas e diversidade teórica e metodológica; -/- • desenvolvimento desse campo do conhecimento em universidades, nas quais as atividades eram financiadas pelo Estado e pelo setor privado (Fundação Rockefeller, comitês e associações normalmente religiosas). -/- Por causa dessa segunda característica, optei por analisar o desenvolvimento da Sociologia nos Estados Unidos em três importantes universidades estadunidenses: a de Chicago, Harvard e Columbia. -/- 1. A Universidade de Chicago -/- A Universidade de Chicago foi fundada em 1890 pelo magnata do petróleo John D. Rockefeller e recebeu os primeiros alunos em 1892. Nela foi criado o primeiro departamento de Sociologia dos Estados Unidos, sob a direção de Albion Woodbury Small. -/- No início de seus trabalhos sociológicos, a Universidade de Chicago deu primazia à pesquisa empírica, procurando conhecer, por meio da observação direta, a dinâmica das relações sociais. Desenvolveu uma forte tendência pragmática e microssociológica, que viria a ser conhecida como a Escola de Chicago. A maior preocupação dos integrantes dessa Escola foi com os problemas das grandes cidades dos Estados Unidos, como a marginalidade social, o alcoolismo, as drogas, a segregação racial e a delinquência, estabelecendo uma relação entre a pesquisa sociológica e a intervenção dos organismos públicos na sociedade. -/- Os sociólogos de Chicago também se dedicaram ao que chamaram de ecologia humana, em oposição à ecologia animal e vegetal. -/- Em 1895, Albion Woodbury Small fundou o American Journal of Sociology e, em 1907, participou ativamente da fundação da Sociedade Americana de Sociologia. Ele publicou, com Georges Vincent, em 1894, talvez o primeiro manual de Sociologia para estudantes, intitulado Introdução ao estudo da sociedade. Tendo estudado na Alemanha, Small foi o principal divulgador do pensamento de Georg Simmel nos Estados Unidos. -/- Entre os integrantes da Escola de Chicago mais conhecidos no Brasil, podemos citar William I. Thomas (1863-1947) e Florian Znaniecki (1882-1958), cuja principal obra foi O camponês polonês na Europa e na América, editada em 1918. -/- Destacam-se ainda Robert E. Park (1864-1944) e Ernest W. Burgess (1886-1966), que escreveram, entre outras obras, Introdução à ciência da Sociologia, em 1921. -/- Os dois, com Roderick Mackenzie, escreveram o clássico A cidade, em 1925. Outro membro de destaque foi Louis Wirth (1897-1952), autor de O gueto, escrito em 1928, e de um artigo que se tornou famoso, “Urbanismo como modo de vida”, publicado em 1938, no American Journal of Sociology. -/- A Escola de Chicago congregou, ainda, sociólogos e antropólogos com ligação com a Psicologia Social, que desenvolveram uma abordagem sociológica das relações sociais conhecida como interacionismo simbólico. A principal figura dessa vertente foi George Herbert Mead (1863-1932), que trabalhou em diversas áreas, sobretudo como psicólogo social e como professor de várias gerações de antropólogos e sociólogos. Seus escritos foram sistematizados por seus alunos e publicados com o nome Mind, self and society (A mente, o eu e a sociedade), em 1934. -/- Além da tradição intelectual dos Estados Unidos, os integrantes da Escola de Chicago receberam a influência de Jean-Gabriel de Tarde, Émile Durkheim e Georg Simmel. Seus continuadores foram Herbert Blumer (1900-1987) e Everett C. Hughes (1897-1983). -/- 1.1 Erving Goffman (1922-1982) -/- O representante da Sociologia desenvolvida na Universidade de Chicago mais influente no Brasil é Erving Goffman, que nasceu em Manville, Alberta, no Canadá, em 1922, e faleceu nos Estados Unidos em 1982. Obteve o grau de bacharel pela Universidade de Toronto, em 1945, e concluiu mestrado (1949) e doutorado (1953) na Universidade de Chicago, onde estudou Sociologia e Antropologia Social. Em 1958, tornou-se professor da Universidade da Califórnia e, em 1968, ingressou na Universidade da Pensilvânia, onde foi professor de Antropologia e Sociologia. -/- Entre 1981 e 1982, Goffman foi presidente da Sociedade Americana de Sociologia e realizou pesquisas na linha da Sociologia interpretativa e cultural, iniciada por Max Weber, desenvolvendo a ideia de que o mundo é um teatro e cada um, individualmente ou em grupo, interpreta papéis de acordo com as circunstâncias em que se encontra. Essas circunstâncias são marcadas por rituais e posições distintivas em relação a outros indivíduos ou grupos. Para ele, é possível distinguir indivíduos, grupos e classes com base, por exemplo, em aspectos como as formas de vestir ou de se apresentar publicamente. -/- O sociólogo considera a interação social como um processo fundamental de identificação e de diferenciação dos indivíduos e grupos, analisando-a no cotidiano, especialmente em lugares públicos. Goffman estudou com especial atenção o que chamou de “instituições totais”, lugares onde o indivíduo é isolado da sociedade, como prisões e manicômios. -/- De acordo com o sociólogo brasileiro Édison Gastaldo: -/- O trabalho de Goffman trouxe à luz aspectos da vida cotidiana que não se julgavam “sociologicamente relevantes”. Seus insights sobre as interações ordinárias, sobre o deslocamento dos pedestres, sobre a ocupação social dos espaços públicos, sobre a atuação dos vigaristas, mendigos, loucos, espiões, jogadores e de todos aqueles que passam cotidianamente debaixo de nossos narizes sem que prestemos atenção modificaram o pensar sociológico no mundo. Sua descrição etnográfica de um hospital para doentes mentais colaborou decisivamente para deflagrar a luta antimanicomial no mundo inteiro. Vinte e dois anos depois de sua morte, os temas e os conceitos desenvolvidos por Goffman ainda estão em pleno uso e vitalidade (GASTALDO, 2004, p. 9/10). -/- Suas três obras mais conhecidas são: A representação do eu na vida cotidiana (1959), Manicômios, prisões e conventos (1961) e Estigma: notas sobre a manipulação da identidade (1963). -/- 2. A Universidade Harvard -/- A história de Harvard começa em 1636, quando foi fundada, na cidade de Cambridge, no estado de Massachusetts, uma instituição de ensino denominada New College. Em 1639, essa instituição recebeu o nome de Harvard College, em homenagem a John Harvard, seu principal mecenas. -/- A Sociologia desenvolvida na Universidade Harvard é marcada por uma preocupação teórica e tem dois sociólogos como expoentes: Pitirim Alexandrovich Sorokin (1889-1968) e Talcott Edgar Frederick Parsons (1902-1979). Este último influenciou muito o desenvolvimento da Sociologia no mundo e no Brasil. -/- 2.1 Talcott Parsons (1902-1979) -/- Talcott Parsons nasceu no Colorado, nos Estados Unidos. Em 1924, graduou-se em Biologia e Filosofia na Faculdade Amherst. Em 1925, pós-graduou-se em Ciências Sociais na Escola de Economia de Londres, na Inglaterra, e, em seguida, doutorou-se na Universidade de Heidelberg, na Alemanha. -/- Nos Estados Unidos, lecionou Economia e Sociologia na Universidade Harvard durante 45 anos (1927-1973). Em 1944, tornou-se presidente do Departamento de Sociologia, transformando-o, dois anos depois, no Departamento de Relações Sociais, a fim de unir a Sociologia a outras ciências sociais. -/- Assim como Sorokin, Parsons voltou-se para a Sociologia europeia, tendo por base as ideias de Max Weber, Vilfredo Pareto (1848-1923) e Émile Durkheim, além das do economista inglês Alfred Marshall (1842-1924). Fundamentado nesses autores, desenvolveu uma grande obra teórica, que dominaria a Sociologia estadunidense desde então. -/- Parsons é o sociólogo estadunidense mais conhecido no mundo. Em geral, seus críticos entenderam-no como um pensador conservador, preocupado basicamente com o bom ordenamento da sociedade. Seu interesse era determinar a função que os indivíduos desempenhavam na estrutura social. Entendia o indivíduo como expressão dessa estrutura, a qual devia ser mantida e preservada. Caso isso não ocorresse, deviam entrar em ação os mecanismos de controle social (moral, ética, sistema jurídico e penal etc.), como instrumentos preventivos ou corretivos. -/- Seu trabalho exerceu influência em diversos países e ambientes acadêmicos (particularmente nas décadas de 1950 a 1970), até mesmo na então União Soviética, onde, em 1964, ministrou aulas sobre a Sociologia estadunidense a convite da Academia de Ciências da União Soviética (URSS). -/- Suas principais obras foram: A estrutura da ação social (1937), O sistema social (1951), Economia e sociedade (1956, com N. Smelser), Estrutura e processo nas sociedades modernas (1960), Sociedades: perspectivas evolucionárias e comparativas (1966), Teoria sociológica e sociedade moderna (1968), Política e estrutura social (1969), Sistemas sociais e a evolução da teoria da ação (1977) e Teoria da ação e a condição humana (1978). -/- 3. A Universidade Columbia -/- A King’s College foi fundada em 1754, em Nova York, nos Estados Unidos. Quando as colônias inglesas se declararam independentes da Grã-Bretanha, a instituição passou a se chamar Universidade Columbia. A partir da última década do século XIX, essa universidade se destacaria por uma importante produção no campo da Sociologia, tendo como pioneiro Franklin Giddings (1855-1931), fundador da cadeira de Sociologia. Fortemente marcado pelo evolucionismo e pelo pragmatismo, foi um dos primeiros a usar métodos quantitativos e experi-mentais no estudo dos fenômenos sociais. -/- Dois sociólogos de Columbia merecem destaque, por serem muito conhecidos no Brasil: Robert K. Merton e Charles Wright Mills. -/- 3.1 Robert King Merton (1910-2003) -/- Merton nasceu na Filadélfia e faleceu em Nova York. Graduou-se em Sociologia na Universidade Temple e pós-graduou-se na Universidade Harvard, onde trabalhou com Pitirim Sorokin e Talcott Parsons até a defesa de seu doutorado, em 1936. -/- Em 1941 Merton transferiu-se para a Universidade Columbia, onde permaneceu durante 38 anos, até aposentar-se. Nessa universidade procurou integrar teoria à prática sociológica. Estudou o comportamento desviante e os processos de adaptação social, tendo por base pesquisas qualitativas e quantitativas do exercício profissional em ambiente de solidariedade e de conflito. Com Paul Lazarsfeld (1901-1976), desenvolveu o Departamento de Pesquisa Social Aplicada. -/- O nome de Merton está vinculado à proposta de criação de teorias de alcance médio, segundo a qual os sociólogos seriam mais úteis à sociedade se deixassem de lado as grandes teorias (criticando Parsons) e criassem outras de médio alcance. Essas teorias estariam situadas entre as hipóteses de trabalho rotineiras na pesquisa e as amplas especulações. Mediariam, dessa forma, as abstrações, generalizações e fundamentos empíricos da pesquisa. -/- Merton tinha uma visão humanista da função social da ciência, demonstrando influência clara de Max Weber. Concebia a ciência como um conjunto de conhecimentos compartilhados por todos os membros da sociedade, que deveriam julgar a credibilidade das postulações científicas de acordo com suas expectativas e valores morais. Mas as decisões acerca do fazer científico não caberiam à sociedade, e sim ao próprio cientista, sempre adequando seus valores aos da sociedade. -/- 3.2 Charles Wright Mills (1916-1962) -/- Charles Wright Mills (1916-1962) nasceu em Waco, no Texas, Estados Unidos. Mestre em Artes, Filosofia e Sociologia pela Universidade do Texas, concluiu, em 1942, seu doutorado em Sociologia e Antropologia pela Universidade de Wisconsin. Foi professor de Sociologia nas universidades de Maryland e Columbia, onde passou a lecionar em 1947 e permaneceu até a morte, em 1962. -/- Charles Mills representa uma tendência quase marginal na Sociologia dos Estados Unidos, por apresentar uma visão crítica e militante da sociedade estadunidense e da própria Sociologia. -/- Influenciado por Karl Marx e Max Weber, Mills procurou conciliar o conceito de classe social com o de status, visando esclarecer processos e mecanismos dos conflitos e das mudanças sociais. Por meio de pesquisas, tentou elucidar a complexidade de estruturas de poder, particularmente das elites (em lugar de classes dominantes), e de seu papel na mudança social, fugindo da ideia de revolução como única via para a transformação social. -/- Charles Wright Mills é conhecido principalmente por seu livro A imaginação sociológica, publicado originalmente nos Estados Unidos em 1959. Nele, o autor propõe que os sociólogos, ao exercer a profissão, não deixem a imaginação e a criatividade de lado em favor de uma pretensa objetividade e neutralidade do trabalho científico. Para Mills, os grandes intelectuais da história nunca abriram mão da reflexão e da criatividade e mantiveram uma postura crítica diante da realidade. -/- Atribuindo aos sociólogos a responsabilidade de agentes ativos na sociedade, cabendo-lhes tomar parte nos debates públicos de sua época, Mills defendia a ideia de que a Sociologia deveria ser compreensível para o grande público. Para ele, a ciência social era inseparável da vida pessoal do cientista: a intuição, a imaginação e o comprometimento com o tempo em que se vivia eram fundamentais para compreender cientificamente a sociedade. Suas obras foram publicadas em vários idiomas. Além da citada anteriormente, as mais importantes são: A nova classe média (1951), A elite do poder (1956), Sobre o artesanato intelectual (1959) e Os marxistas (1962). -/- Mills escreveu também artigos em revistas e dois livros que tiveram grande exposição na mídia dos Estados Unidos, por seu caráter polêmico: As causas da Terceira Guerra Mundial (1958), no qual discute a corrida nuclear, e A Revolução em Cuba (1960), em que analisa a fase inicial da Revolução Cubana. -/- Outros sociólogos que defendem uma postura crítica na Sociologia estadunidense, continuadores ou não de Charles Wright Mills, são Irving Louis Horowitz (1929-2012), Martin Nicolaus (1928-) e Alvin Gouldner (1920-1980). -/- REFERENCIAL TEÓRICO -/- BOTTOMORE, T.; et al. Dicionário do pensamento social do século XX. Trad. Eduardo Francisco Alves. Álvaro Cabral. Rio de Janeiro: Zahar, 1996. -/- COULON, A. A Escola de Chicago. Trad. Tomás R. Bueno. 1ª ed. Campinas: Papirus, 1995. -/- CUIN, C. H.; GRESLE, F. História da Sociologia. Trad. Roberto Leal Ferreira. São Paulo: Ensaio, 1994. -/- DOMINGUES, J. M. A sociologia de Talcott Parsons. 1ª ed. São Paulo: Annablume, 2008. -/- GASTALDO, É. (org.); et al. Erving Goffman, desbravador do cotidiano. 1ª ed. Porto Alegre: Tomo Editorial, 2004. -/- NOVA, S. V. Introdução à Sociologia. 6ª ed. São Paulo: Atlas, 2004. -/- SILVA, A. et al. Sociologia em movimento. 2ª ed. São Paulo: Ática, 2016. -/- VALLADARES, L. do P. A Escola de Chicago: impacto de uma tradição no Brasil e na França. 1ª ed. Belo Horizonte: UFMG, 2005. -/- VÁRIOS, autores. O livro da sociologia. As grandes ideias de todos os tempos. Trad. Rafael Longo. 1ª ed. São Paulo: Globo, 2015. -/- SBS - Sociedade Brasileira de Sociologia PUCRS - PPG em Ciências Sociais Avenida Ipiranga, 6681 - Partenon CEP: 90619-900 - Porto Alegre, RS [email protected] Emanuel Isaque Cordeiro da Silva ©2019 -/- Estimule a criatividade. Respeite os direitos autorais. (shrink)

Many contemporary epistemologists hold that a subject S’s true belief that p counts as knowledge only if S’s belief that p is also, in some important sense, safe. I describe accounts of this safety condition from John Hawthorne, Duncan Pritchard, and Ernest Sosa. There have been three counterexamples to safety proposed in the recent literature, from Comesaña, Neta and Rohrbaugh, and Kelp. I explain why all three proposals fail: each moves fallaciously from the fact that S was at epistemic risk (...) just before forming her belief to the conclusion that S’s belief was formed unsafely. In light of lessons from their failure, I provide a new and successful counterexample to the safety condition on knowledge. It follows, then, that knowledge need not be safe. Safety at a time depends counterfactually on what would likely happen at that time or soon after in a way that knowledge does not. I close by considering one objection concerning higher-order safety. (shrink)

Some philosophers believe that when epistemic peers disagree, each has an obligation to accord the other's assessment the same weight as her own. I first make the antecedent of this Equal-Weight View more precise, and then I motivate the View by describing cases in which it gives the intuitively correct verdict. Next I introduce some apparent counterexamples – cases of apparent peer disagreement in which, intuitively, one should not give equal weight to the other party's assessment. To defuse these apparent (...) counterexamples, an advocate of the View might try to explain how they are not genuine cases of peer disagreement. I examine David Christensen's and Adam Elga's explanations and find them wanting. I then offer a novel explanation, which turns on a distinction between knowledge from reports and knowledge from direct acquaintance. Finally, I extend my explanation to provide a handy and satisfying response to the charge of self-defeat. (shrink)

This paper discusses three relevant logics that obey Component Homogeneity - a principle that Goddard and Routley introduce in their project of a logic of significance. The paper establishes two main results. First, it establishes a general characterization result for two families of logic that obey Component Homogeneity - that is, we provide a set of necessary and sufficient conditions for their consequence relations. From this, we derive characterization results for S*fde, dS*fde, crossS*fde. Second, the paper establishes complete sequent calculi (...) for S*fde, dS*fde, crossS*fde. Among the other accomplishments of the paper, we generalize the semantics from Bochvar, Hallden, Deutsch and Daniels, we provide a general recipe to define containment logics, we explore the single-premise/single-conclusion fragment of S*fde, dS*fde, crossS*fdeand the connections between crossS*fde and the logic Eq of equality by Epstein. Also, we present S*fde as a relevant logic of meaninglessness that follows the main philosophical tenets of Goddard and Routley, and we briefly examine three further systems that are closely related to our main logics. Finally, we discuss Routley's criticism to containment logic in light of our results, and overview some open issues. (shrink)

Many philosophers believe that our ordinary English words man and woman are “gender terms,” and gender is distinct from biological sex. That is, they believe womanhood and manhood are not defined even partly by biological sex. This sex/gender distinction is one of the most influential ideas of the twentieth century on the broader culture, both popular and academic. Less well known are the reasons to think it’s true. My interest in this paper is to show that, upon investigation, the arguments (...) for the sex/gender distinction have feet of clay. In fact, they all fail. We will survey the literature and tour arguments in favor of the sex/gender distinction, and then we’ll critically evaluate those arguments. We’ll consider the argument from resisting biological determinism, the argument from biologically intersex people and vagueness, the argument from the normativity of gender, and some arguments from thought experiments. We’ll see that these arguments are not up to the task of supporting the sex/gender distinction; they simply don’t work. So, philosophers should either develop stronger arguments for the sex/gender distinction, or cultivate a variety of feminism that’s consistent with the traditional, biologically-based definitions of woman and man. (shrink)

In an essay recently published in this journal (“Is Safety in Danger?”), Fernando Broncano-Berrocal defends the safety condition on knowledge from a counterexample proposed by Tomas Bogardus (Philosophy and Phenomenological Research, 2012). In this paper, we will define the safety condition, briefly explain the proposed counterexample, and outline Broncano-Berrocal’s defense of the safety condition. We will then raise four objections to Broncano-Berrocal’s defense, four implausible implications of his central claim. In the end, we conclude that Broncano-Berrocal’s defense of the safety (...) condition is unsuccessful, and that the safety condition on knowledge should be rejected. (shrink)

Do the facts of evolution generate an epistemic challenge to moral realism? Some think so, and many “evolutionary debunking arguments” have been discussed in the recent literature. But they are all murky right where it counts most: exactly which epistemic principle is meant to take us from evolutionary considerations to the skeptical conclusion? Here, I will identify several distinct species of evolutionary debunking argument in the literature, each one of which relies on a distinct epistemic principle. Drawing on recent work (...) in epistemology, I will show that most of these initially plausible principles are false, spoiling the arguments that rely on them. And we will see that each argument threatens only one popular view of moral psychology: a “Representationalist” view on which our moral judgments rely crucially on a mental intermediary—e.g. a sentiment, gut reaction, or affect-laden intuition—delivered by our evolved moral faculty. In the end, only one evolutionary debunking argument remains a menace: an “ Argument from Symmetry ” that I will introduce to the literature. But we will see that it should worry only all naturalists, pressuring them into a trilemma: give up moral realism, accept a rationalism that is incongruous with naturalism, or give up naturalism. Non-naturalists are free and clear. (shrink)

Modalists think that knowledge requires forming your belief in a “modally stable” way: using a method that wouldn't easily go wrong, or using a method that wouldn't have given you this belief had it been false. Recent Modalist projects from Justin Clarke-Doane and Dan Baras defend a principle they call “Modal Security,” roughly: if evidence undermines your belief, then it must give you a reason to doubt the safety or sensitivity of your belief. Another recent Modalist project from Carlotta Pavese (...) and Bob Beddor defends “Modal Virtue Epistemology”: knowledge is a belief that is maximally modally robust across “normal” worlds. We'll offer new objections to these recent Modalist projects. We will then argue for a rival view, Explanationism: knowing something is believing it because it's true. We will show how Explanationism offers a better account of undermining defeaters than Modalism, and a better account of knowledge. (shrink)

In this paper I will present three arguments (based on the notions of constitution, metaphysical reality, and truth, respectively) with the aim of shedding some new light on the structure of Fine’s (2005, 2006) ‘McTaggartian’ arguments against the reality of tense. Along the way, I will also (i) draw a novel map of the main realist positions about tense, (ii) unearth a previously unnoticed but potentially interesting form of external relativism (which I will label ‘hyper-presentism’) and (iii) sketch a novel (...) interpretation of Fine’s fragmentalism (which I contrast with Lipman’s 2015, 2016b, forthcoming). (shrink)

What is a woman? The definition of this central concept of feminism has lately become especially controversial and politically charged. “Ameliorative Inquirists” have rolled up their sleeves to reengineer our ordinary concept of womanhood, with a goal of including in the definition all and only those who identify as women, both “cis” and “trans.” This has proven to be a formidable challenge. Every proposal so far has failed to draw the boundaries of womanhood in a way acceptable to the Ameliorative (...) Inquirists, since not all those who identify as women count as women on these proposals, and some who count as women on these proposals don’t identify as women. This is the Trans Inclusion Problem. Is there any solution? Can there be? Recently, Katharine Jenkins, pointing to the work of Mari Mikkola, suggests that the Trans Inclusion Problem can be “deflated” rather than solved. We will investigate this proposal, and show that, unfortunately, Jenkins is mistaken: Mikkola’s project will not help us answer the Trans Inclusion Problem. After that, we’ll look at Robin Dembroff’s suggestion that we “imitate” the linguistic practices of trans inclusive and queer communities, and we will evaluate whether this would help us solve the Trans Inclusion Problem. Unfortunately, this strategy also fails to solve the problem. By the end, we’ll have a better appreciation of the challenges faced by Ameliorative Inquirists in their project of redefining “woman,” and clearer view of why the Trans Inclusion Problem cannot, in fact, be solved. That’s primarily because, no matter what it means to be a woman, it’s one thing to be a woman, and another thing to identify as a woman. (shrink)

Feminism has long grappled with its own demarcation problem—exactly what is it to be a woman?—and the rise of trans-inclusive feminism has made this problem more urgent. I will first consider Sally Haslanger’s “social and hierarchical” account of woman, resulting from “Ameliorative Inquiry”: she balances ordinary use of the term against the instrumental value of novel definitions in advancing the cause of feminism. Then, I will turn to Katharine Jenkins’ charge that Haslanger’s view suffers from an “Inclusion Problem”: it fails (...) to class many trans women as women. Jenkins offers a novel norm-relevancy account of woman to avoid the Inclusion Problem. Unfortunately, Jenkins’ account has serious internal problems, i.e. problems by Jenkins’ own lights: it is unintelligible, or it suffers from an Inclusion Problem of its own. After that, I will develop novel arguments for the conclusion that the project of Ameliorative Inquiry is both incoherent and also impossible to complete—at least, impossible to complete in a trans-inclusive way. Trans-inclusive feminism, therefore, would do well to move beyond Ameliorative Inquiry. Insofar as that’s not possible, trans-inclusive feminism inherits the incoherence of Ameliorative Inquiry. (shrink)

In a recent piece, Jon Bebb (2023) has argued that we have no reason to believe, contrary to what is often assumed, that ‘normal’ is ambiguous between a statistical and a normative sense. I argue that his case rests on two false premisses, and that we have very good reasons to believe that ‘normal’ is, in fact, ambiguous in this way. As part of my argument, I will go on to suggest that if ‘normal’ is ambiguous between a statistical and (...) a normative sense, that is because of the deep but seldom recognised connection between regularities and rules. This suggestion, if correct, will in turn help us elucidate three familiar thoughts about normality. (shrink)

Do Muslims and Christians worship the same God? We answer: it depends. To begin, we clear away some specious arguments surrounding this issue, to make room for the central question: What determines the reference of a name, and under what conditions do names shift reference? We’ll introduce Gareth Evans’s theory of reference, on which a name refers to the dominant source of information in that name’s “dossier,” and we then develop the theory’s notion of dominance. We conclude that whether Muslims’ (...) use of “Allah” co-refers with Christians’ use of “God” depends on how much weight is given to what type of information in the dossiers of these two names, and we offer a two-part test by which the reader can determine whether Muslim and Christian uses of the divine names co-refer: If Christianity were true and Islam false, might “Allah” still refer to God? And: If Islam were true and Christianity false, might “God” still refer to Allah? We explain the implications of your answers to those questions, and we close with a few reflections about what, in addition to reference, might be required for worship, and whether, from a Christian perspective, salvation turns on this issue. (shrink)

Grounding contingentism is the doctrine according to which grounds are not guaranteed to necessitate what they ground. In this paper I will argue that the most plausible version of contingentism is incompatible with the idea that the grounding relation is transitive, unless either ‘priority monism’ or ‘contrastivism’ are assumed.

According to Composition is Identity, a whole is literally identical to the plurality of its parts. According to Mereological Nihilism, nothing has proper parts. In this note, it is argued that Composition is Identity can be shown to entail Mereological Nihilism in a much more simple and direct way than the one recently proposed by Claudio Calosi.

The article deals with the position of Lutheran theologian Andreas Osiander sen. in the history of philosophy, history of science and philosophy of science. It works on humanistic foundation of Osiander’s thought and his elaboration of the tradition of the antient wisdom and Christian cabbala of Giovanni Pico della Mirandola in particular in the biblical exegesis. The article deals with Osiander’s edition of Nicolaus Copernicus’ book De revolutionibus orbium caelestium as well and with his edition of the mathematical work of (...) Girolamo Cardano. In the context of philosophy of science Osiander’s foreword to Copernicus is analyzed and its role in the controversy between instrumentalism and realism is assessed. Osiander’s instrumentalism is viewed as an anachronism. Finally, the influence of Neoplatonism and Paracelsism in Osiander’s theology is analyzed and judged as too general. (shrink)

There are two main ways in which the notion of mereological fusion is usually defined in the current literature in mereology which have been labelled ‘Leśniewski fusion’ and ‘Goodman fusion’. It is well-known that, with Minimal Mereology as the background theory, every Leśniewski fusion also qualifies as a Goodman fusion. However, the converse does not hold unless stronger mereological principles are assumed. In this paper I will discuss how the gap between the two notions can be filled, focussing in particular (...) on two specific sets of principles that appear to be of particular philosophical interest. The first way to make the two notions equivalent can be used to shed some interesting light on the kind of intuition both notions seem to articulate. The second shows the importance of a little-known mereological principle which I will call ‘Mild Supplementation’. As I will show, the mereology obtained by adding Mild Supplementation to Minimal Mereology occupies an interesting position in the landscape of theories that are stronger than Minimal Mereology but weaker than what Achille Varzi and Roberto Casati have labelled ‘Extensional Mereology’. (shrink)

Since the early eighties, computationalism in the study of the mind has been “under attack” by several critics of the so-called “classic” or “symbolic” approaches in AI and cognitive science. Computationalism was generically identified with such approaches. For example, it was identified with both Allen Newell and Herbert Simon’s Physical Symbol System Hypothesis and Jerry Fodor’s theory of Language of Thought, usually without taking into account the fact ,that such approaches are very different as to their methods and aims. Zenon (...) Pylyshyn, in his influential book Computation and Cognition, claimed that both Newell and Fodor deeply influenced his ideas on cognition as computation. This probably added to the confusion, as many people still consider Pylyshyn’s book as paradigmatic of the computational approach in the study of the mind. Since then, cognitive scientists, AI researchers and also philosophers of the mind have been asked to take sides on different “paradigms” that have from time to time been proposed as opponents of (classic or symbolic) computationalism. Examples of such oppositions are: -/- computationalism vs. connectionism, computationalism vs. dynamical systems, computationalism vs. situated and embodied cognition, computationalism vs. behavioural and evolutionary robotics. -/- Our preliminary claim in section 1 is that computationalism should not be identified with what we would call the “paradigm (based on the metaphor) of the computer” (in the following, PoC). PoC is the (rather vague) statement that the mind functions “as a digital computer”. Actually, PoC is a restrictive version of computationalism, and nobody ever seriously upheld it, except in some rough versions of the computational approach and in some popular discussions about it. Usually, PoC is used as a straw man in many arguments against computationalism. In section 1 we look in some detail at PoC’s claims and argue that computationalism cannot be identified with PoC. In section 2 we point out that certain anticomputationalist arguments are based on this misleading identification. In section 3 we suggest that the view of the levels of explanation proposed by David Marr could clarify certain points of the debate on computationalism. In section 4 we touch on a controversial issue, namely the possibility of developing a notion of analog computation, similar to the notion of digital computation. A short conclusion follows in section 5. (shrink)

What are the relationships between an entity and the space at which it is located? And between a region of space and the events that take place there? What is the metaphysical structure of localization? What its modal status? This paper addresses some of these questions in an attempt to work out at least the main coordinates of the logical structure of localization. Our task is mostly taxonomic. But we also highlight some of the underlying structural features and we single (...) out the interactions between the notion of localization and nearby notions, such as the notions of part and whole, or of necessity and possibility. A theory of localization—we argue—is needed in order to account for the basic relations between objects and space, and runs afoul a pure part-whole theory. We also provide an axiomatization of the relation of localization and examine cases of localization involving entities different from material objects. (shrink)

V práci sa zaoberám kritickou expozíciou argumentačných schém v kontexte pragma-dialektického prístupu k argumentácii. Nadväzujem pritom na prácu Hitchcocka a Wagemansa (2011), ktorí sa sústredili najmä na problémy súvisiace s typológiou argumentačných schém v pragma-dialektike. Pozorovania Hitchcocka a Wagemansa sú v priebehu výkladu kriticky hodnotené, prípadne upravené. Časť kritiky, ktorú v práci uvádzam, súvisí s tým, že niektoré dôležité aspekty argumentačných schém sú v rôznych pragma-dialektických publikáciách prezentované odlišne bez toho, aby sa odlišnosť akokoľvek komentovala, alebo zdôvodnila. Existencia takýchto zdôvodnení (...) nie je pritom iba znakom, ale aj nevyhnutnou podmienkou toho, aby sme akúkoľvek zmenu mohli nazývať pokrokom v teórii. Posledná časť práce je zameraná na problémy týkajúce sa hodnotenia argumentácie v pragma-dialektickom prístupe. Hoci článok prináša vlastné pozitívne návrhy, dôraz a celkový zámer spočíva predovšetkým na expozícii nedostatkov súčasného stavu pragma-dialektickej koncepcie argumentačných schém. Kľúčové slová: argumentačné schémy, kritické otázky, pragma-dialektický prístup k argumentácii, hodnotenie argumentov. (shrink)

We argue that prediction success maximization is a basic objective of cognition and cortex, that it is compatible with but distinct from prediction error minimization, that neither objective requires subtractive coding, that there is clear neurobiological evidence for the amplification of predicted signals, and that we are unconvinced by evidence proposed in support of subtractive coding. We outline recent discoveries showing that pyramidal cells on which our cognitive capabilities depend usually transmit information about input to their basal dendrites and amplify (...) that transmission when input to their distal apical dendrites provides a context that agrees with the feedforward basal input in that both are depolarizing, i.e., both are excitatory rather than inhibitory. Though these intracellular discoveries require a level of technical expertise that is beyond the current abilities of most neuroscience labs, they are not controversial and acclaimed as groundbreaking. We note that this cellular cooperative context-sensitivity greatly enhances the cognitive capabilities of the mammalian neocortex, and that much remains to be discovered concerning its evolution, development, and pathology. (shrink)

This paper is concerned with certain ontological issues in the foundations of geographic representation. It sets out what these basic issues are, describes the tools needed to deal with them, and draws some implications for a general theory of spatial representation. Our approach has ramifications in the domains of mereology, topology, and the theory of location, and the question of the interaction of these three domains within a unified spatial representation theory is addressed. In the final part we also consider (...) the idea of non-standard geographies, which may be associated with geography under a classical conception in the same sense in which non-standard logics are associated with classical logic. (shrink)

I argue that part of Plato's strategy to neutralize the paradox of falsehood is to pin down various referents of the name 'being', τὸ ὄν. I focus on four and track their role in the dialogue's argument. They are: (1) any primary being; (2) the Kind Being; (3) any participant in the Kind Being; (4) a set of participants in the Kind Being.

What is the relation between parts taken together and the whole that they compose? The recent literature appears to be dominated by two different answers to this question, which are normally thought of as being incompatible. According to the first, parts taken together are identical to the whole that they compose. According to the second, the whole is grounded in its parts. The aim of this paper is to make some theoretical room for the view according to which parts ground (...) the whole they compose while being, at the same time, identical to it. (shrink)

By considering Davidson’s analysis of prepositions as defining individual events predicates, I argue against his semantics for action sentences and stress some logico-linguistic puzzles concerning both the interpretive pretension and the referential indifference of this proposal. Inspired by Evans as well as by Grice, I advance another interpretive semantics for those cases which does not take as assumption the individual character of events and argue for a constructivist approach to events in action discourse.

Our reproductive imaginaries have changed considerably in the XX century. This cultural change can be described as a transition from Utopia to Dystopia. Plato imagined that in his perfect State women and children were in common, and that adequately matched couples would yield a perfect breed. On the contrary, Thomas More’s Utopia (1516) is based on a modern liberal view of the family, where divorce is allowed and relationships are free. Tommaso Campanella’s The City of the Sun (1602) understands relationships (...) exactly in terms of a eugenic policy. Francis Bacon’s New Atlantis (1626) also conceives of generation as a public good. Aldous Huxley’s Brave New World (1934) creates a vision of reproduction as a total nightmare. The whole process of reproduction has been taken into control by an ideology. We must distinguish liberal utopias from totalitarian ones, which evolve into dystopias. (shrink)

Ordinary reasoning about space—we argue—is first and foremost reasoning about things or events located in space. Accordingly, any theory concerned with the construction of a general model of our spatial competence must be grounded on a general account of the sort of entities that may enter into the scope of the theory. Moreover, on the methodological side the emphasis on spatial entities (as opposed to purely geometrical items such as points or regions) calls for a reexamination of the conceptual categories (...) required for this task. Building on material presented in an earlier paper, in this work we offer some examples of what this amounts to, of the difficulties involved, and of the main directions along which spatial theories should be developed so as to combine formal sophistication with some affinity with common sense. (shrink)

In this paper, I hope to solve a problem that’s as old as the hills: the problem of contingency for religious belief. Paradigmatic examples of this argument begin with a counterfactual premise: had we been born at a different time or in a difference place, we easily could have held different beliefs on religious topics. Ultimately, and perhaps by additional steps, we’re meant to reach the skeptical conclusion that very many of our religious beliefs do not amount to knowledge. I (...) survey some historical examples of this argument, and I try to fill the gap between the counterfactual premise and the skeptical conclusion as forcefully as possible. I consider the following possibilities: there are no additional steps in the argument; or there are and they concern the alleged safety condition on knowledge, or the alleged non-accidentality condition on knowledge, or the unclarity produced by disagreement. On every possibility, the argument from the counterfactual premise to the conclusion of widespread skepticism is invalid. It seems, then, that there is no serious problem of contingency for religious belief. (shrink)

The aim of this paper is to challenge the idea that Toulmin’s main focus in The Uses of Argument is to critique formal deductive logic. I first try to challenge the argument that, on the basis of what Toulmin says about analytic arguments, it is impossible to determine exactly what they are. I will then attempt to determine the basic contours of analytic arguments. Finally, I will conclude that the concept of an analytic argument involves epistemological assumptions to which formal (...) logicians are in no way committed by the nature of their discipline. (shrink)

Fine (2005, 2006) has presented a ‘trilemma’ concerning the tense-realist idea that reality is constituted by tensed facts. According to Fine, there are only three ways out of the trilemma, consisting in what he takes to be the three main families of tense-realism: ‘presentism’, ‘(external) relativism’, and ‘fragmentalism’. Importantly, although Fine characterises tense-realism as the thesis that reality is constituted (at least in part) by tensed facts, he explicitly claims that tense realists are not committed to their fundamental existence. Recently, (...) Correia and Rosenkranz (2011, 2012) have claimed that Fine’s tripartite map of tense realism is incomplete as it misses a fourth position they call ‘dynamic absolutism’. In this paper, I will argue that dynamic absolutists are committed to the irreducible existence of tensed facts and that, for this reason, they face a similar trilemma concerning the notion of fact-content. I will thus conclude that a generalised version of Fine’s trilemma, concerning both fact-constitution and fact-content, is indeed inescapable. (shrink)

According to informal logic, the possibilities of deductive logic as a tool for analysing and evaluating ordinary arguments are very limited. While I agree with this claim in general, I question it in the case of the argument from cause to effect. In this paper I first show, on the basis of carefully chosen examples, that we usually react differently to falsification of the conclusion of the argument from cause to effect than we do to the falsification of the conclusion (...) of other defeasible arguments. I then identify general conditions and assumptions under which the causal argument from cause to effect can be reconstructed as deductive. Finally, I compare the causal argument with the expert argument, which is a typical example of a defeasible argument in the narrower sense. (shrink)

ABSTRACTThe ability of providing an adequate supervenience base for tensed truths may seem to be one of the main theoretical advantages of both the growing-block and the moving-spotlight theory of time over presentism. However, in this paper I will argue that some propositions appear to be as problematic for growing-block theorists as past-directed propositions are for presentists, namely propositions stating that nothing will be the case in the future. Furthermore, I will show that the moving-spotlight theory can adequately address all (...) the main supervenience challenges that can be levelled against A-theories of time. I will, thus, conclude that, at least as far as the supervenience principle is concerned, the moving-spotlight theory should be preferred over both presentism and the growing-block theory. (shrink)

This paper presents a semantical analysis of the Weak Kleene Logics Kw3 and PWK from the tradition of Bochvar and Halldén. These are three-valued logics in which a formula takes the third value if at least one of its components does. The paper establishes two main results: a characterisation result for the relation of logical con- sequence in PWK – that is, we individuate necessary and sufficient conditions for a set.

The aim of this paper has been to present a new reconstruction of Kant’s Refutation of Idealism. I have considered several different targets of the Refutation, five of them mentioned by Kant himself. I believe that I have shown that the Refutation of Idealism is best considered only as a sound argument against Mendelssohnian subjectivist idealism, against Mendelssohnian immaterialism, and against Mendelssohnian realist idealism. First, Kant’s Refutation is a sound argument in favor of the claim that the outer things represented (...) in our minds are real rather than ideal; that is, they exist mind-independently as noumena. And second, Kant’s refutation is a sound argument for a fundamental ontology of noumena: the ultimate nature of reality and of our minds is neither material nor mental but made up of things in themselves. (shrink)

In this article I examine the main conceptions of public reason in contemporary political philosophy in order to set the frame for appreciating the novelty of the pragmatist understanding of public reason as based upon the notion of consequences and upon a theory of rationality as inquiry. The approach is inspired by Dewey but is free from any concern with history of philosophy. The aim is to propose a different understanding of the nature of public reason aimed at overcoming the (...) limitations of the existing approaches. Public reason is presented as the proper basis for discussing contested issues in the broad frame of deep democracy. (shrink)

Online collection of papers by Devitt, Dretske, Guarino, Hochberg, Jackson, Petitot, Searle, Tye, Varzi and other leading thinkers on philosophy and the foundations of cognitive Science. Topics dealt with include: Wittgenstein and Cognitive Science, Content and Object, Logic and Foundations, Language and Linguistics, and Ontology and Mereology.

The aim of this paper is to show that the disagreement between compatibilists and incompatibilists about the compatibility of free will with determinism is merely verbal, since although one side of the dispute claims that free will is compatible with determinism while the other denies it, they actually ascribe a different meaning to the term "free will". One can therefore accept both the compatibilist thesis and the incompatibilist thesis, since the two are not contradictory. My method is to analyse the (...) meaning of the phrase "being an ability to do otherwise" as a property of abilities and the meaning of the phrase "having an ability to do otherwise" as a property of agents. The result of this analysis allows me to make an unbiased comparison of the necessary conditions that compatibilists and incompatibilists expect to hold if agents are to have the ability to do otherwise. It is shown, as expected, that these conditions are not the same. (shrink)

The aim of this article is to propose a novel supervaluationist theory of ‘actually’ in the open future. First, I will argue that any adequate theory of actuality in a branching setting must comply with three main desiderata. Second, I will prove that none of the actuality operators that have been proposed in the literature is up to the task. Finally, I will propose a novel theory of actuality in the open future combining one of the existing definitions of the (...) actuality operator with a new definition of the historical possibility operator, and argue for its adequacy. The central feature of the theory I will advance is the introduction of an actuality parameter capable of being shifted by the historical possibility operator. I will argue that this account appears to not only be consistent with the idea that the future is genuinely open, but also with the general idea that ‘actually’ is, in a relevant sense, a ‘rigid’ operator. (shrink)

Some philosophers believe that, when epistemic peers disagree, each has an obligation to accord the other’s assessment equal weight as her own. Other philosophers worry that this Equal-Weight View is vulnerable to straightforward counterexamples, and that it requires an unacceptable degree of spinelessness with respect to our most treasured philosophical, political, and religious beliefs. I think that both of these allegations are false. To show this, I carefully state the Equal-Weight View, motivate it, describe apparent counterexamples to it, and then (...) explain away the apparent counterexamples. Finally, I adapt those explanations to cases of religious disagreement. In the end, we reach the surprising conclusion that—even if the Equal-Weight View is true—in very many cases of religious disagreement between apparent epistemic peers, the parties to the disagreement need not be conciliatory. And what goes for religious beliefs goes for political and philosophical beliefs as well. This strongly suggests that the View does not demand an unacceptable degree of spinelessness. (shrink)

ABSTRACT The philosophical tradition approaches to morals have their grounds predominantly on metaphysical and theological concepts and theories. Among the traditional ethics concepts, the most prominent is the Divine Command Theory (DCT). As per the DCT, God gives moral foundations to the humankind by its creation and through Revelation. Morality and Divinity are inseparable since the most remote civilization. These concepts submerge in a theological framework and are largely accepted by most followers of the three Abrahamic traditions: Judaism, Christianity, and (...) Islam: the greatest part of the human population. Holding faith and Revelation for its grounds, the Divine Command Theories are not strictly subject to the demonstration. The opponents to the Divine Command conception of morals, grounded in the impossibility of demonstration of its metaphysical and religious assumptions, have tried for many centuries (albeit unsuccessfully) to devalue its importance. They held the argument that it does not show material evidence and logical coherence and, for this reason, cannot be taken into account for scientific nor philosophical purposes. It is just a belief and, as so, should be understood. Besides these extreme oppositions, many other concepts contravene the Divine Command theories, in one or another way, in part or in full. Many philosophers and social scientists, from the classic Greek philosophy up to the present date, for instance, sustain that morality is only a construct, and thus culturally relative and culturally determined. However, this brings many other discussions and imposes the challenge to determine what is the meaning of culture, which elements of culture are morally determinant, and finally, what are the boundaries of such relativity. Moral determinists claim that everything related to human behavior, including morality, is determined, once free will does not exist. More recently, modern thinkers argued that there is a strict science of morality. However, the scientific method alone, despite explaining several facts and evidence, cannot enlighten the entire content and full meaning of ethics. Morals’ understanding requires a broader perception, and an agreement among philosophers, which they have never achieved. All of these questions have many different configurations depending on each philosophical strand, and start complex analysis and endless debates, as long as many of them are reciprocally conflictive. The universe and the atmosphere involving this thesis are the dominions of all these conceptual conflicts, observed from an objective and evolutionary standpoint. Irrespective of this circumstance and its intrinsic importance, however, these questions are far distant from the methodological approach of an analytical discussion on objective morals, what is, indeed, the aim and scope of this work. We should briefly revisit these prominent traditional theories because this thesis shelters a comparative study, and its assumptions at least differ profoundly from all traditional theories. Therefore, it becomes necessary offering direct and specific elements of comparison to the reader, for the right criticism, dispensing interruptive researches. However, even revisiting the traditional theories, for this comparative and critical exposure purpose, they will be kept by the side of our main concerns, as “aliena materia.” Irrespective of the validity of any or all of the elements of this discussion, and their meaning as the philosophical universe of this thesis, the purpose of this work is demonstrating and justifying the existence and meaning of prehistoric moral archetypes arisen directly from the very first social needs and efforts for survival. These archetypes are the definition of the essential foundation of ethics, its aggregation to the collective unconscious and corresponding logic organization and transmission to evolutionary stages of the human genome and different relations space-time, irrespective of any contemporary experience of the individuals. The system defined by these archetypes composes an evolutionary human social model. Is this a metaethical position? Yes, it is. Moreover, as in any metaethical reasoning, we should look carefully for the best and coherent routes, as the Analytical Philosophy offers them. Thus, this work should reasonably demonstrate that morals are not a cultural product of the civilized men or modern societies and that despite being subject to several cultural relative aggregations and subtractions, its essential foundations are archetypal and have never structurally changed. This reasoning induces that morality is an original attribute of the “homo sapiens”; it is not a property and nor an accident: it integrates the human essence and belongs to the realm of the ontological human identity. The human phenomena is a continuing process, playing its role between random determination and free will, and we need to question how morality began and how did it come to us in the present. (shrink)

[What It’s Like, or What It’s About? The Place of Consciousness in the Material World] Summary: The book is both a survey of the contemporary debate and a defense of a distinctive position. Most philosophers nowadays assume that the focus of the philosophy of consciousness, its shared explanandum, is a certain property of experience variously called “phenomenal character,” “qualitative character,” “qualia” or “phenomenology,” understood in terms of what it is like to undergo the experience in question. Consciousness as defined in (...) terms of its phenomenal aspect is often called “phenomenal consciousness.” The major issue that occupies most thinkers is whether this phenomenal character happens to be a physical property, or whether it is rather sui generis. Those who believe the former are materialists; those who conclude the latter are dualists. As the currently dominant metaphysic is materialism – also sometimes called physicalism – the challenge appears to be to slot phenomenal properties among the physical properties that ultimately make up the world. David Chalmers argued powerfully that we can go very far in situating many mental properties in the physical world – namely, the properties that can be understood in functional terms – but that phenomenal properties resist such a treatment. Chalmers calls this “the hard problem” of consciousness. But there are also some quite powerful positive arguments for dualism. The two most influential ones are the modal argument, also offered by Chalmers, and the knowledge argument invented by Frank Jackson. Chalmers invites us to conceive of creatures that are exactly like human beings – physically, functionally, behaviorally – only bereft of phenomenal consciousness. If such creatures are conceivable, says Chalmers, they are metaphysically possible. And if they are metaphysically possible, materialism is false. Jackson, for his part, suggests we imagine Mary who has spent her entire life inside a black-and-white room and has seen the world through a black-and-white TV screen. But she also happens to know everything there is to know about the physics of color. And yet, Jackson suggests that once Mary is finally released from her room and sees a lawn outside, she learns something new: that this is what it is like to experience green color. The current work on consciousness is by and large characterized by attempts to answer these two dualistic arguments. I try to make sense of the positions within the domain of philosophy of consciousness by means of two major distinctions that mutually intersect. First, there is a distinction between dualism and materialism. An apparent third alternative currently on offer, the so-called Russellian monism, is unstable, collapsing into either dualism (panpsychism) or materialism (Russellian physicalism). Materialism comes in two main flavors: either the a posteriori physicalism, which detects an epistemic gap between phenomenal and physical truths, hence denying that the former could be derived from the latter; or the a priori physicalism, which does not acknowledge any such obstacle. The second major distinction is between phenomenism and representationalism. It’s true that Ned Block, who introduced this contrast, meant to distinguish between two kinds of materialism. But I believe that the distinction actually intersects the one between materialism and dualism. We thus arrive at a table with six slots, representing six main positions in the philosophy of consciousness: (1) dualist phenomenism (Chalmers, the early Jackson, and Tyler Burge); (2) dualist representationalism (René Descartes); (3) aposteriori materialist phenomenism (Block); (4) a posteriori materialist representationalism (Michael Tye, Fred Dretske, David Rosenthal); (5) a priori materialist phenomenism (David Lewis); and (6) a priori materialist representationalism (Daniel Dennett, Derk Pereboom). However, this scheme is in fact somewhat misleading. It is true that Dennett is usually classified as an apriori materialist (or, more precisely an apriori materialist representationalist), but I believe that needs to be corrected. In order to understand why, I first analyze varieties of materialist representationalism in detail, in particular various construals of phenomenal character in terms of representation, or intentionality, which includes a discussion of the identity of its content (the issue of externalism). By contrast, Dennett rejects the concept of phenomenal character. Consciousness has no intrinsic, publicly inaccessible properties. On that ground, Dennett builds an empirical, fully functionalist theory of consciousness, which he also tries to integrate within a general Darwinian framework. From that point of view, one can contrast Dennettian and representationalist views on the issue of animal consciousness. In addition to his rejection of phenomenal character, Dennett also abstains from the regular metaphysical departure point of regular materialism. He does not so much ask how an enigmatic property of consciousness fits an antecedently characterized world, but rather how far we can investigate all aspects of the world, including consciousness, using the scientific method. He is thus a methodological naturalist, rather than a metaphysical materialist. While this approach removes obstacles to the science of consciousness, it does not solve what might be called “the hardest problem” – of intentionality, not phenomenal consciousness. The hardest problem consists in the fact that our intentional discourse involves conflicting commitments that prevent a coherent metaphysic of representational states. However, it does not follow that we should give up on this discourse as a theoretical means of reduction as well as a practical tool of explanation. But it might be that intentional discourse is a somewhat pseudo one. (shrink)

Sentences that ascribe action are logically related, but it is not always obvious why. According to event semantics, implications and non-implications result from referential relations between unpronounced constituents. Taking as starting point examples including free relative clauses, this paper advances the alternative view that examples as such present logical relations as forms of predicative dependence indicated with pronounced constituents. To this end, I argue that Verbal Phrases and verbal traces follow the pattern of Verbal Phrase Anaphora and, more controversially, that (...) they can be semantically interpreted in terms of higher-order quantification that represent actions as properties, but neither as events nor event-kinds. (shrink)

A wide family of many-valued logics—for instance, those based on the weak Kleene algebra—includes a non-classical truth-value that is ‘contaminating’ in the sense that whenever the value is assigned to a formula φ⁠, any complex formula in which φ appears is assigned that value as well. In such systems, the contaminating value enjoys a wide range of interpretations, suggesting scenarios in which more than one of these interpretations are called for. This calls for an evaluation of systems with multiple contaminating (...) values. In this paper, we consider the countably infinite family of multiple-conclusion consequence relations in which classical logic is enriched with one or more contaminating values whose behavior is determined by a linear ordering between them. We consider some motivations and applications for such systems and provide general characterizations for all consequence relations in this family. Finally, we provide sequent calculi for a pair of four-valued logics including two linearly ordered contaminating values before defining two-sided sequent calculi corresponding to each of the infinite family of many-valued logics studied in this paper. (shrink)